Aficiones de una niña de tres años y medio

Una niña de tres años y medio empieza a tener sus aficiones y hay ya determinadas cosas que le encanta hacer. Leer a Benedetti, escuchar música clásica, viajar, salir a correr, conducir, lo típico. Venga no, es muy joven para esto. Algunas de sus cosas arrancan una sonrisa (o incluso carcajada), otras pueden irritar, y otras hacen que tu vida cambie por completo.

 
Afición numero uno: Síndrome de Diógenes
Fuera de casa hay que recoger todo lo que se pueda. Por ejemplo, los bolsillos del abrigo viene del cole llenos de piedras, no entendernos muy bien para qué, supongo que son pequeños tesoros. Y si se pasa por un sitio en el que haya flores, hay que recoger unas pocas para mamá. De los palos ni hablamos, no vayas a ser que me oiga y coja uno.

 

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Afición número dos: La vena cariñosa
«Oooooooooohhhhh, Pablo y Luis», es lo que suele decir cuando ve a sus hermanos mellizos. Les da abrazos, besos, caricias… Hay que tener cuidado porque algunas veces no controla la fuerza. Ya sabemos que los quiere mucho pero…

 

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Afición número tres: Yo soy la primera
Justo eso es lo que dice para todo. Cuando vamos a montar en el ascensor, cuando vamos a salir a la calle, cuando hay que recoger los juguetes  (ah no, para esto no). Ser la segunda no es lo mismo, está claro.

 

 
Afición numero cuatro: Como niña con zapatos nuevos
Desde hace unas semanas le he dado por pasarse ratos poniéndose y quitándose sus zapatos, zapatillas y botas. Incluso cuando viene alguien de visita les hace el pase de modelos. Hay veces que tiene unas pintas bastantes curiosas: pantalón de chándal con botas o bailarinas no pegan, ¿no?

 

Afición numero cinco: Push the botton
Botón que ve, botón que tiene que tocar. Y que no se le ocurra tocarlo a nadie antes que a ella… El del ascensor, encender y apagar la luz, los del horno, los de los lavadora, los del coche, etc. Qué tendrán los dichosos botones.

 

Afición numero seis: Me pongo de pie, me vuelvo a sentar
Lavarse los dientes es agotador. Por eso se sienta en el escalón que tiene para llegar al lavabo. Y se levanta para enjuagarse. Y se vuelve a sentar para lavarse otro poco. Y se vuelve a levantar. Y a sentar. Todo muy rápido y dinámico, sobre todo si tenemos prisa.

 

Afición numero siete: Torturar al gato
La relación amor-odio continúa. Pichi la acepta cada vez más (seguro que piensa «más vale lo malo conocido…»). Ella a veces lo acaricia suavemente, a veces lo avaricia fuertemente, a veces lo persigue corriendo por el pasillo… Le cuesta tanto controlarse…

 

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¿Qué aficiones tienen vuestros nenes o nenas?¿Coincidimos en alguna?

En los autobuses urbanos

¿Por qué una persona en silla de ruedas tiene más derecho a montar en el bus que una madre, padre o ambos con sus hijos que van en silla? En los autobuses de Salamanca, si quieres montar en el autobús y llega alguien en silla de ruedas y no hay más que un sitio libre, te tienes que esperar, aunque hayas llegado antes. Yo entiendo que haya que facilitarles que puedan desplazarse, de hecho tenemos familiares en silla de ruedas, pero ¿por qué más que a cualquiera con sus hijos? ¿Por qué me tengo que quedar en tierra hasta el siguiente autobús si he llegado antes? Se podría dar la curiosa situación hasta de tener que bajarme del dichoso autobús si voy montado y alguien en silla de ruedas quiere subir. Lo siento pero no lo entiendo.

El otro día llegamos a la parada del bus mamá, papá, Julia, Pablo y Luis. Había otra mamá esperando con una niña de unos cuatro años y un niño de seis meses. Entonces llegó un señor en silla de ruedas. Ya teníamos lío. En el autobús sólo hay dos huecos para las sillas, así que alguien no cabía. Con Julia ya nos pasó en su momento y, sin problema aunque era un engorrio, plegábamos la silla y ya está. Pero con una gemelar es imposible. Como la otra mamá había llegado antes que nosotros, nos tocaba esperar hasta el siguiente autobús. Menos mal que, amablemente, accedió a que yo cogiera a su nene mentas ella plegaba la silla, para que después ella se ocupara en el bus de él y su niña mientras yo lo hacia de su silla plegada. Mamá se ocupaba de Julia y a medias conmigo de la silla de Pablo y Luis. En esa situación, lo mejor fue ponernos de acuerdo incluso para bajarnos en la misma parada ya que lo mínimo era ayudar a la otra mamá a bajar, abrir otra vez la silla y sentar a su nene, ella sola imposible. Todo muy fácil, vamos. Mucho más que si el señor de la silla de ruedas que llegó el último hubiera  tenido que esperar por llegar el último. Esta parte era irónica.

La empresa Salamanca de transportes es la concesionaria del servicio de autobuses urbanos en Salamanca. Desconozco si la norma es cosa suya, cosa del ayuntamiento, o cosa de algún ente superior, pero la norma me parece, sobre todo, injusta. Entiendo que no todos somos iguales, pero también que a las personas con dificultades para desplazarse, sean las dificultades que sean, hay que facilitarles ese desplazamiento.

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Queremos poner una reclamación con todos los argumentos posibles y nos gustaría que nos dieseis opiniones. A lo mejor somos nosotros los raros y todos veis justa la norma. Nos gustaría tener ayuda. Por favor, ¿nos ayudáis a petarles la página web de la empresa? Se puede reclamar desde aquí. Si os parece, os lo ponemos fácil, incluir este texto: «Quiero presentar una reclamación porque me parece injusta la norma por la cual tienen preferencia las personas en silla de ruedas sobre las sillas de bebé o de niños. Debería ser por orden de llegada».

¿Qué os parece?¿Cómo funciona en otras ciudades?

El cuento de todos los días

 

«Las habichuelas mágicas». Y al día siguiente al ir a dormir, otra vez «Las habichuelas mágicas». Y cuando te vuelves a ir a la cama la siguiente noche, otra vez las dichosas habichuelas. Y el caso es que Julia se lo sabe. Y papá esta ya hasta el gorro de Periquín, la gallina, y los huevos de oro. Pero da igual, ella lo pide cada noche, y lo escucha atentamente, y se emociona con un «!Haaaaaaala¡» cuando la gallina pone su primer huevo de oro como si fuera la primera vez que lo oye. Y llega un día en el que papá decide esconder el cuento con la intención de ampliar horizontes. Y ese día Julia pide a Garbancito. Y al día siguiente, y al otro también. Y papá, harto otra vez, en este caso de la panza del buey donde ni llueve ni nueva, decide esconder también a Garbancito (total, como es tan pequeño…). Y en esas estamos hasta que mamá le enseña a papa esto.

 

¿POR QUÉ LOS NIÑOS SUELEN PEDIR QUE SE LES LEA EL MISMO CUENTO? Por Gianni Rodari

«Los niños son bastantes conservadores en lo que se refiere a los cuentos. Los quieren escuchar siempre en la misma versión de la primera vez, por el placer de reconocerlos, de aprendérselos de memoria en su secuencia tradicional, de volver a sentir las emociones de la primera vez, en el mismo orden: Sorpresa, miedo, recompensa.

Los niños tienen necesidad de orden y seguridad: el mundo no debe alejarse demasiado bruscamente del camino que, con tanta fatiga, van siguiendo.
El cuento es también para el niño un instrumento ideal para que el adulto permanezca junto a él. Es raro que el adulto disponga del tiempo que desearía para poder jugar con el niño y como él querría, con dedicación, participación y sin distracciones. Pero con un cuento todo es distinto, mientras dura la mamá está con él, toda para el niño, como una presencia consoladora que le ofrece protección y seguridad.

A veces el niño se permite el lujo de no prestar atención, especialmente si ya conoce el cuento (y tal vez por eso él mismo ha pedido su repetición), y por eso solo necesita controlar que su narración se desarrolle por vías ya familiares para poder dedicarse al “estudio” de su madre o del adulto, que raramente puede realizar cuando quiere. Su voz, sus tonos, sus gestos no le hablan sólo de Caperucita o Pulgarcito, le hablan de sí mismo.»

 

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Mira papá, este es mi favorito

 

Entonces todo encaja para papa. De repente todo tiene sentido y lo que era una pesadez vuelve a ser un momento de relax con Julia. Ahora sé que el cuento es lo de menos. Julia lo aprovecha para tener algo ordenado y rutinario al final del día. En ese rato, papá o mama son suyos, solo suyos. Y lo aprovecha para estudiarnos y conocernos mejor. Así que hoy toca otra vez «Las habichuelas mágicas» o «Garbancito», ya veremos.

 

El padre de la novia

Se que esta entrada parecerá un poco machista, pero no lo puedo evitar. Vamos con un tema. Mis hijos tendrán novias, todo normal. Pero mucho cuidado con los posibles novios que vaya a tener mi hija, que se anden con ojo. Se que debería ser lo mismo, pero, por supuesto, no lo es. No tengo una escopeta, pero la puedo comprar.

 

Es ley de vida, todos los padres del mundo de niñas tenemos que pasar por ello, pero eso no hace obligatorio que te guste, ni mucho menos  Evidentemente, no puedes tener encerrada a la niña en casa hasta que tenga 30 años (o sí que se puede), ni puedes ponerle un cinturón de castidad. Pero insisto, no tiene porque gustar que tenga novio, y, algún día (espero que muy lejano en el tiempo), lo tendrá.

 

Ese día en el que la niña venga a casa con su primer novio. Ese día… Puede ser un encanto pero… Es el novio de mi niña!!! Y vete tú a saber qué cosas hace con ella (aquí vuelvo a pensar en la escopeta). Y qué gustos tiene. Y si le gusta el reggaetón??? Y cómo viste. Por Dios que drama!!!

 

Reggaetonero

 

En este caso, tengo una figura en la que fijarme, un modelo de padre preocupado por el futuro de su hija y que utiliza todos los medios que tiene a su alcance para asegurarse de que tendrá el mejor novio o marido posible. Es, por supuesto, Robert de Niro en «Los padres de ella». Un tío muy grande. Está claro que no llegaré a sus extremos (o sí, nunca se sabe), pero insisto, es un ejemplo, un modelo a seguir.

 

 

Y si el agraciado con hacerle tilín a mi preciosa hija pasa todos mis filtros, numerosos filtros, estaré orgulloso por haber contribuido a su felicidad, y a que no pase el resto de su vida junto a un gañán. Tendrá el hombre que se merece.

 

Postdata: Todo lo escrito anteriormente es coña. Bueno, todo no, sólo algunas cosas. Lo de la escopeta, por ejemplo, no, me voy a comprarla ahora mismo.

Gracias

Llegado este momento y después de estar “algo más asentada”, quiero dar las gracias.

 

Hace unas semanas hablábamos con unos amigos sobre la necesidad de dar las gracias, aunque se presuponga que estás agradecido, porque nunca viene mal escucharlo y que te lo digan.

 

El 17 de marzo fue un día difícil para todos, por la incertidumbre a lo desconocido y el miedo a lo que podía pasar.

 

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Gracias a las matronas que fueron encantadoras en todo momento. Como no recordamos el nombre de todas las que nos acompañaron durante los 3 turnos que estuvimos, nombramos sólo a algunas pero haciéndolo extensivo a todas ellas. Gracias Rita por estar una hora de reloj buscando el ritmo cardíaco de nuestros mellizos, se solapaban continuamente y era una labor bastante cansada. A todas las demás que nos dieron ánimos y nos atendieron en todo momento.

 

Gracias a las 3 ginecólogas que estuvieron pendientes de nosotros, Dra. Gely, Dra. García y Dra. Irene. Sé que para ellas también fue un parto difícil y verlas con la cara llena de gotas de sangre impresiona y hace valorar su trabajo. Gracias por sus visitas posteriores y por animarme en los momentos más duros.

 

Gracias a las enfermeras y auxiliares de la planta de maternidad, porque no hemos encontrado más que buenas maneras y caras amables. Teníamos miedo de que Raúl  tuviera que salir en determinadas horas pero ni siquiera lo pidieron. Gracias Maite por estar pendiente en todo momento, a María Jesús, a Virginia y su barriguita…

 

Gracias a las chicas de la limpieza que me daban ánimos en los momentos duros que pasé hasta poder ver a Luis.

 

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Gracias a la Dra. Lourdes Hernández y Dra. Genoveva Corral por estar pendiente de mi en todo momento, visitarme y escucharme sin que les correspondiera.

 

Gracias a la Dra. Ana Remesal, de neonatos, por darme el parte de mi rubio y aguantar mis lágrimas por no poder bajar a verle. Sus palabras fueron un bálsamo hasta poder ver a mi bebé.

 

Gracias A TODOS los donantes de sangre, porque gracias a ellos “remonté”. Gracias a esas 3 bolsas de oro rojo logré tener las fuerzas suficientes para bajar a ver a Luis en la incubadora.

 

Gracias a la sonrisa que me regalaron los papás del vecino de incubadora de mi rubio. La verdad es que no es nada fácil poder sonreír en esa situación y les agradezco en el alma que, en su situación, tuvieran la delicadeza de dedicarme una sonrisa de ánimo y comprensión. Gracias también a Premya (Asociación de Familias de Niños Prematuros y Asimilados de Castilla y León)  por ofrecernos ayuda. ¡Gran labor la suya!

 

Gracias al Dr. José María Garrido, compañero de AMPA, por estar pendiente de nosotros y hacerte cargo de Luis. Gracias por tu profesionalidad y porque la bondad se te escapa por los poros.

 

gracias

 

Gracias a Patricia de Mímame, por pasar una madrugada “on line” ayudándonos a que Pablo y Luis pudieran mamar y por pasar una tarde en casa continuando con el intento. Aunque no tuve fuerzas para seguir, agradezco todo lo que hiciste por nosotros.

 

Gracias a todas las personas que han hecho posible que hayamos llegado a cumplir un mes, sin excesivos agobios, yayos, Sarah, Maina, Rosa, Filo, María y Guiller, MTA, Arrevolaos, …

 

Gracias a Raúl, padre de las criaturas, que no ha podido sentir más de cerca la experiencia del parto, ni acompañarme de mejor manera en esta dura y enriquecedora experiencia de ser padres múltiples. En los días de sol y en los nublados.

 

Gracias a Dios por poner a toda esta gente buena en nuestro camino, y por seguir regalándonos momentos felices junto a ellas.

Zurda o diestra

Sólo entre el 12 y el 15 por ciento de la población es zurda (y en las mujeres el porcentaje es menor todavía, el 9 por ciento). Según parece, cuando nacemos somos ya diestros o zurdos, aunque hasta los tres o cuatro años, al menos, no lo empezamos a manifestar. Hace no demasiados años, se consideraba incluso una enfermedad ser zurdo, y se intentaba corregir desde niños. Imaginaos que siendo pequeños, sois capaces de hacer las cosas con la mano izquierda perfectamente, pero os obligan a hacerlas con la derecha porque sí. Evidentemente, las hacéis peor. La frustración que se debe sentir debe ser enorme. Afortunadamente esto ya no ocurre, y ser zurdo es tan normal como ser diestro. Si queréis conocer alguna curiosidad sobre los zurdos, este artículo es bastante interesante.

 
Entre la lista de zurdos famosos hay personajes de todo tipo. Albert Einstein, Leonardo da Vinci, Beethoven, Mozart, Charlie Chaplin o María la madrina de Pablo y Luis son unos ejemplos. Pero el más famoso de todos es, sin duda, nuestro querido y entrañable amiguito Ned Flanders. Y como el mundo no está preparado para los zurdos, pues a Ned se le ocurrió abrir el Zurdorium, una tienda dedicada a los zurdos (qué gran idea. Si Julia, Pablo y Luis son zurdos, igual se la copiamos). De hecho, en los Simpson, uno de cada tres personajes es zurdo, como su creador, Matt Groening.

 
Ni papá ni mamá son zurdos. Por el momento, Julia no se ha definido (Pablo y Luis tampoco, por supuesto). O es ambidiestra o todavía su cabecita no ha decidido si es mejor hacer las cosas con la mano derecha o con la mano izquierda porque es capaz de estar comiendo y empezar con una mano, para luego seguir con la otra. Como se da cuenta de que sus padres están pendientes (tienen curiosidad por saber si es zurda o no), se ríe y dice «cuando me canso con una, sigo con la otra». Papá y mamá se ríen y todos seguimos comiendo tan tranquilos. Cuando pinta, lo hace con la mano izquierda, pero recorta con las tijeras con la derecha. En los próximos meses tenemos que estar muy atentos. En cualquier caso, no será un problema. Los zurdos parece que son más sensibles artísticamente y más creativos. A lo mejor tenemos una futura artista en la familia.

 

¿Alguien con hijos zurdos en la sala? ¿Cuándo os disteis cuenta? ¿Abrimos un Zurdorium?

¿Hace un paseo tranquilo?

Si no te gusta que la gente te mire por la calle, no vayas con mellizos, o gemelos. Por lo menos siendo bebés. Supongo que según van creciendo la cosa cambia, y ya no llaman tanto la atención, o eso espero, aunque con lo guapos que son estos hijos…(qué van a decir sus padres).  Supuestamente, tener hijos de dos en dos no debería despertar más curiosidad que tenerlos de uno en uno. Y más cuando hoy en día, debido a las técnicas de reproducción asistida, sales una tarde de paseo y ves mellizos y gemelos hasta debajo de las piedras.
Ya estando en el hospital, el día antes de irnos para casa, tenían que llevarse a Pablo y Luis para hacerles una ecografía. Cuando la celadora entró en la habitación y los vio juntos en la misma cuna para bajarlos ya nos avisó. «Bueno… ¡ya veréis qué expectación!». En el ascensor, por los pasillos… Todo el mundo decía «oooohhhh» y ella paraba para que los viesen y decía toda orgullosa «más de 3 kg han pesado cada uno». Hasta las celadoras de las ecografías disputaron por llevarlos… Y al volver a la habitación más de lo mismo. «Uy mira, uno rubio y otro moreno» fue «trending topic».  Ya nos íbamos haciendo a la idea de que pasar desapercibidos a partir de ese momento iba a ser muy complicado.
Cuando vas por la calle de paseo es cuando te das cuenta de que pasan cosas con dos que no pasan con uno solo, y no me refiero solo a que la silla abulta más. La gente te mira. Te mira mucho. Hay miradas de simpatía, miradas de gente que te sonríe, miradas de curiosidad y miradas que son una mezcla de compasión y lástima (como pensando que tener dos a la vez es un problema). Y luego hay gente que hasta se acerca a mirarlos de cerca sin ningún descaro,  ¿Si no se paran a ver uno solo porque sí a ver dos? Ah, ya lo se, es que como son dos, llaman la atención el doble. Quizá hay gente que oye voces que le dice «somos doooooos, ven a vernoooooos». La verdad es que es muy curioso, pero estamos tan orgullosos de nuestro rubio y nuestro moreno.

Así que debe haber casos en los que estas miradas se multiplican. Por ejemplo, nosotros no pensábamos vestirlos iguales, aunque cuando hemos empezado a ver ropa nos lo hemos replanteado, bueno venga, no. Pablo y Luis son distintos físicamente y, tendrán personalidad distinta, así que no tienen porqué vestir igual, pero de esto hablamos otro día. El caso es que reconozco que ver a dos niños o niñas, de la misma edad, y vestidos igual, llama la atención. Puede ser una imagen simpática, o un horror, eso ya va en gustos. No se a quienes me recuerda esto…

Zipi y Zape

 

Hace mucho sueño

Qué importante es poder descansar por las noches, o por el día, o cuando sea. Dormir es fundamental, aunque sea a cachos. Con mellizos de tres semanas y una niña de tres años y medio, una noche es muy difícil que sea tranquila. Dicen que es recomendable dormir un mínimo de ocho horas. Quién las pillara, aunque no fueran del tirón. Si te quedas en cuatro o cinco horas, arrastras cansancio para todo el día, y más si esto se repite un día tras otro. Menos mal que, de momento, por lo menos papá no ha vuelto al trabajo, luego puede ser peor.

 
Nuestras noches están organizadas en función de las necesidades de Pablo y Luis, de cuándo necesitan comer. Ahora mismo es lo más importante. De cuánto rápido se tomen el biberón, de si hay que cambiar el pañal o no, y de si los gases quieren salir o no, depende el tiempo que nos queda para dormir. También influye si después se quedan dormidos o tienen ganas de fiesta, o gases, o están incómodos por algo. Luego está Julia. Hay días que se despierta incluso un par de veces y días que ninguna. Cuando se despierta nos suele llamar llorando y eso nos corta el sueño también. Según vayan todos estos factores, podemos tener una noche tranquila o una noche movida, podemos descansar o estar hechos polvo al día siguiente.

 


Extremo bueno

Julia está dormida desde las 21:30. A las 22:00 le damos el biberón a los mellizos. Se duermen rápido y a las 22:30 estamos libres para dormir. Dormimos 3 horas hasta que se despiertan con hambre. Cambio rápido de pañal. Otro biberón que se toman bien. Gases fuera y a dormir. Otras tres horas de sueño. Mismo proceso a las 5:30. Una hora después nos queda una hora para dormir antes de levantarnos para ir al cole con Julia.  Podríamos dormir un máximo de 7 horas. Suena muy bien. Lo malo es que nunca ha pasado…

 

Extremo malo

Julia no se duerme hasta las 22:15. Para que nos vamos a dormir si los mellizos tendrán hambre como a las 23:00. Se retrasan y al final el biberón es a las 23:30. Como no están muy a gusto por los gases, no se duermen hasta las 00:30. Toca fregar biberones así que hasta las 01:00 no nos dormimos. Solo un par de horas porque Pablo y Luis tienen hambre otra vez. Se hace caca uno antes del biberón y otro después, así que nos volvemos a dormir a las 5:00. A la 06:00 se despierta Julia llorando y hay que ir a verla. Esto nos deja sólo una horita y cuarto más de dormir antes  de levantarse para ir al cole. Resultado final: tres horas y cuarto de sueño. Lo bueno es que esto tampoco ha pasado nunca, aunque es lo más cercano a la realidad.

 
Habrá que intentar aprovechar los ratos tranquilos para dormir, sea la hora que sea, eso que llevamos por delante. Si no dormimos un mínimo, aparte del cansancio acumulado, por lo menos papá, suele estar de peor humor, y no es bueno. Con este panorama, toca tener paciencia. Total, ¿cuándo volveremos a dormir por la noche de tirón? ¿dentro de 10 ó 15 años?

5 de abril de 2026

Hace unos años, en un fín de semana muy especial, papá le escribió a mamá una carta en la que imaginaba qué harían en familia un domingo cualquiera de unos años después. Con parte de ese sueño ya cumplido, papá vuelve a soñar.

 

Suena el despertador a las ocho en punto y papá se viste y va a buscar a Julia, Pablo y Luis en silencio. «Vamos chicos, que es la hora». Se levantan rápido, pero en silencio, y se visten. Sigilosamente salimos los cuatro de casa, bajamos en el ascensor, y montamos en el coche. Cinco minutos después nos bajamos. Después de un paseíto al lado del río y de hacernos algunas fotos, compramos churros, algunos con chocolate, por supuesto, montamos otra vez en el coche y volvemos a casa. Cuando llegamos a casa, mamá nos está esperando para desayunar todos juntos. Después de hacer cada uno su cama y recoger su habitación, la familia entera a ducharse, uno por uno, y a vestirse. Corriendo que no llegamos a misa. A la salida nos vamos a tomar un algo, que para eso es domingo, y en el barrio sigue habiendo buenos pinchos. Al llegar a casa, Pablo y Luis quieren ver un poco la Fórmula 1 antes de comer, les encantan las carreras de lo que sea. Papá no lo encuentra demasiado emocionante, y les cuenta a los mellizos que, hace unos años, hubo un español que ganó el mundial dos veces, y que corrían hasta tres españoles a la vez.

 

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La comida es muy tranquila, hemos hecho pizzas. Como siempre, la parte de mamá sin queso. Nos lo comemos todo y de postre fresas con nata. Sobre todo a Julia le encantan, es su fruta favorita. Papa se toma un café rápido, como siempre, solo y con hielo. Entre todos recogemos la mesa y ponemos el lavavajillas. Después vamos al salón a ver una serie antigua que están volviendo a poner. La veían papa y mamá cuando eran jóvenes (eran unos frikis y la descargaban de internet para verla en inglés y con subtítulos) y hace años que querían volverla a ver pero no han tenido tiempo. Se llama Lost. A Julia le gusta mucho, aunque dice que es un poco rara.

 

Lost
Como Julia, Pablo y Luis hicieron todos los deberes del fin de semana el viernes por la tarde, tenemos el resto de la tarde libre. Hace buen tiempo así que nos vamos en el coche al pantano de Santa Teresa. Las entradas de cine que le han dado a papá en el trabajo las podemos gastar otro día. Ha llovido mucho este invierno y está muy llena. Julia busca algunos minerales con su madre, recordando sus tiempos de geóloga. Pablo y Luis juegan con papá a tirar piedras al agua, primero a ver quién llega más lejos y después a ver quién da más saltos en el agua. Mamá había hecho empanada así que hacemos merienda-cena al aire libre antes de volver a casa. Al llegar, estamos todos muy cansados. Los niños a la cama. Papá y mamá hablan de sus cosas y leen un poco en la cama antes de dormir. Mañana es lunes y a trabajar y al cole.

Cinco en ruta (por primer vez)

Con mamá algo más recuperada, llegó el momento de la primera salida de nuestra familia numerosa, los cinco. Hasta ahora habíamos hecho algunas pequeñas salidas (paseo por el barrio, al pediatra) con distintas combinaciones, pero no todavía los cinco juntos. Para asegurarnos de que todo iba bien, y no acabar de prepararnos a la hora de volver a casa, hemos tirado de nuestra red de ayudantes, en este caso de Guiller y María, los padrinos de Pablo y Luis, y su hija Vega, que siempre están dispuestos a ayudarnos encantados.

Preparativos

Lo primero ha sido bañar a los peques, para que salgan guapos y limpitos de casa. Esto les ha servido para espabilarse un poco y tomarse el biberón después, que ya tenían hambre. Su hermana y su amiga Vega también han merendado mientras tanto. Al bajar al coche hemos tenido que recordar y practicar cómo se plegaba el Mountain Buggy. Después de un rato de mover asientos y abrochar cinturones, un poco justos en el Renault Grand Scenic, estamos todos preparados. En marcha.

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En camino

Primer viaje en el coche con las tres sillas atrás, que caben justas y papá ha tenido que poner su asiento un pelín hacia adelante. Julia en el medio, ejerciendo de hermana mayor y cuidando de Pablo y Luis, aunque hemos comprobado que no es la mejor posición para que ella pueda entrar y salir del coche, así que intentaremos una nueva combinación poniéndola a ella en uno de los lados. El carro plegado en el maletero, cabe perfectamente incluso con los capazos puestos. Papá conduce con mucho mucho cuidado porque lleva a mucha gente importante en el coche, parece un autobús.

En destino

Bajamos a los pequeñajos del coche con mucho cuidado. Dormidos, por supuesto. Teníamos que hacer algunas compras y todo ha ido bien. El carro entra perfectamente en cualquier pasillo de las tiendas y se maneja muy fácilmente. Julia estaba muy contenta jugando con Vega, y los padrinos de sus hermanitos, así que papá y mamá felices. Por supuesto, Julia ha tenido que ir al servicio, pero ahí estaba Guiller para acompañarla. Él y María han sido de gran ayuda, como siempre. Como hemos acabado pronto y Pablo y Luis seguían dormidos, hemos cenado todos juntos, una cosa menos que tenemos hacer en casa al llegar.

Vuelta a casa

Otra vez que no recordamos como plegar el carro, así que antes de ponernos nerviosos, tiramos de video de YouTube. Papá otra vez conduciendo con mucho cuidado (esto ya no va a cambiar en años). Pablo y Luis se han despertado y van llorando desconsoladamente, tienen hambre (hemos cenado todos menos ellos), pero Julia les pone el chupete y nos ayuda. En casa nos ponemos todos el pijama corriendo. Un último biberón para los pitufillos. Mamá lo intenta con los dos a la vez mientras papá duerme a Julia, pero resulta ser imposible terminar de darlos juntos y sacar los gases, así que papá se lleva a Luis para que acabe en la habitación con Julia,  que está muy cansada y se duerme pronto. Papá y mamá también están muy cansados. Ha sido una salida agotadora pero necesaria. Un ratito para escribir esto. Gracias de nuevo a nuestros ayudantes. Hasta mañana. Zzzzzzzz…