Hoy os voy a hablar de una decisión que tenemos que tomar muy a menudo y que puede convertir el día en un éxito o en un fracaso. Una de esas situaciones en que si decides bien, te sientes orgulloso de mismo, pero si decides mal, te hunde en la miseria. Hace unos meses os hablaba de las decisiones que tomamos en nuestra vida y de cómo cada uno tiene el poder de elegir lo que quiere hacer en cada momento. La decisión de la que os voy a hablar hoy es mucho más trascendente que todo lo que os contaba en esa entrada del blog.
Porque hay decisiones mal tomadas en la historia que seguro que han hecho a alguien darse cabezazos contra la pared. Que se lo digan a las doce editoriales que rechazaron a J. K. Rowling, la autora de Harry Potter. O a Mark Zuckerberg (sí, el de Facebook), que en 2009 pasó de Brian Acton y Jan Koum, los creadores de Whatsapp, para unos años depués pagar más de 17.000 millones de euros por la aplicación. No sigo con ejemplos irrelevantes como estos. Las decisiones que unos padres se ven obligados a tomar a diario son mucho más cruciales.
Me estoy refiriendo a ese momento en el que tu hijo (o hijos) tienen el pañal, digamos sobrecargado, y se acerca la hora de cenar e irse después a la cama. Y entonces te enfrentas al drama de tener que decidir. ¿Le pongo uno limpio ya, aunque sea para un rato? ¿O me espero un poco menos de ese rato y le pongo ya el de dormir? Ellos saben que estás con esa duda, por supuesto, y siembran la duda en tí mirándote de vez en cuando con cara de «en cuanto me lo cambies me voy a cagar». Difícil momento.
Si lo cambias y se cagan a los cinco minutos, mal. Has tirado un pañal. No es por el dinero, evidentemente, son unos pocos céntimos, pero la sensación de que te han vacilado no te la quita nadie y te cagas (tú también) en todo. Si te la juegas y no se lo cambias, y un rato despúes se les empieza a salir el pis, te cagas en todo también (esta vez tú solo).
Así que la próxima vez que nos encontremos en esta situación (seguramente mañana), volveremos a pensarlo un rato meticulosamente teniendo en cuenta la importancia de la decisión, o a jugarlo a cara o cruz, qué se yo…