Papá, no te vemos

Ya sabemos que tienes muchas ganas de que te veamos la cara y te conozcamos, pero, papá, no te vemos. Y cuando tenemos mucha mucha mucha hambre y nos pones el chupete delante para que nos tranquilicemos (por cierto, ya te vale), nos cuesta mucho acertar con la boca porque no lo vemos, papá. Así que no te enfades si parece que nos estamos intentando morder la oreja y luego la otra, es solo que estamos buscando con la boca algo que poder morder. Y si cuando nos hablas, no conseguimos cruzar la mirada contigo y estamos como perdidos o mirando a un lado y a otro, tranquilo papá, es que no te vemos. Y ya sabemos que cuando Pablo nació y lo cogiste, estuvo abriendo y cerrando los ojos como si te mirara, y te hizo muchas ilusión, pero es que lo hacemos todos al nacer. Y que a veces tenemos los ojos tan abiertos que queremos ver todo todo todo el mundo mundial. Pero de verdad, no lo vemos.

 

WP_20160327_18_54_31_Rich

 

De momento, solo distinguimos sombras, la claridad de la luz y poco más. Y nos asustamos con la luz muy fuerte si nos apunta a los ojos, no nos gusta mucho. ¿Sabes que tampoco distinguimos los colores? Bueno, hay quien dice que un poco el rojo, pero nada más. No te enfades papá, pero la cara de mamá sí que nos suena un poco más. Aunque es normal, porque la asociamos a su voz, sus caricias, que nos gustan tanto… Pero dentro de poco, nos vamos a empezar a fijar mucho en todas las caras, incluida la tuya, tranquilo. Cuando casi tengamos un mes, vamos a estar muy pendientes de todo lo que hay a nuestro alrededor, pero a ratos muy pequeños y de cosas que tengamos muy cerca, ya verás. Y lo mejor de todo, cuando tengamos dos meses, ya podremos seguir cosas que tengamos delante si las mueves de un lado al otro, nos podrás hipnotizar si quieres.

 

Y después, cuando tengamos un par de semanas más, prepárate. Podremos reconocer nuestras manos, y, como empezaremos a coordinar nuestra vista con nuestros movimientos, las podremos abrir y cerrar y golpear cosas, incluido tú, papá, así que vete preparándote.

 

Por cierto, por lo menos hasta que no tengamos 10 ó 12 semanas nuestro color de ojos puede que no esté definido. Todos nacemos con los ojos azul oscuro o grisáceo, acuérdate que con nuestra hermana Julia pasó igual. A lo mejor los tenemos azules, como tú…

 

Cómo cambiar un pañal a un niño (sin ser meado)

Puedes pensar que tienes dominada una situación. Puedes pensar que lo has hecho tantas veces que nada puede ir mal. Puedes pensar que eres un experto en cambiar pañales y que es imposible que haya ningún problema. Y puede llegar el momento y que tu hijo apunte, dispare, y te eche un pis. Como dice la canción, «un flechas que era un meón». Sí sí, como lo leéis. Y el papá o la mamá, si lo hay, que diga que su hijo no le ha meado, miente. Esto no aplica al cambio de pañal solo con pis, ya que es algo mucho más rápido y sin margen de incidencias. Pero cuando tenemos pastelito…

 

Cambiar un pañal a una niña es relativamente sencillo. No parece que haya ningún riesgo. Y cuando tienes que cambiar el primer pañal a tu hijo, vas confiado. «Esto está chupao», piensas. Estás tan tranquilo. No eres un padre primerizo, nadie tiene que enseñarte nada, no tiene ningún misterio. Y cuando estás en plena faena, empieza a salir pis. Y no puedes cortarlo, no puedes poner el dedo en el agujerito para que deje de salir. Para él solo, cuando se le acaba. Mientras tanto, pis en sus piernas, pis en su bodie, pis en su pijama, pis en su cara (sí, en su cara), y pis en la tuya. Entonces intentas hacerlo muy rápido las siguientes veces, cada vez más, para que no le de tiempo, pero da igual. Si te quiere mear, te mea. Y llegas al punto del miedo. El terror se apodera de ti cuando te tienes que enfrentar otra vez a «eso». Realmente asusta saber que puedes recibir una meada en cada cambio de pañal sin que nada pueda evitarlo.

 

Cuando crees que vas a sufrir humedades durante un unos años sin remedio, tienes una idea. Poner un paño, tela o similar cubriendo «el aspersor»  puede ser una opción, pero lavar dos, tres, o cuatro cada día… Así que con una caja de pañuelos se puede arreglar. Se cogen un par de ellos o tres, se dejan ahí colocados, sí hay pispis se cambian y ¡CONSEGUIDO! De momento funciona, ya no he vuelto a sufrir ningún percance.

 

WP_20160327_19_39_30_Pro 1

 

Por cierto, por más que he buscado en YouTube, no he encontrado ningún vídeo que ayude a papás y mamás con el cambio de pañal en niños. Ya estamos tardando en hacer uno y tener millones y millones de visitas de padres y madres aterrados por el miedo a ser orinados.

 

Los que tienen bebés masculinos, ¿alguna otra idea para el cambio de pañal? ¿Algo que os funcione? ¿Lo habéis sufrido en vuestras carnes?

Primeros paseos y cosas inevitables

 

Como ayer y antesdeayer estaba muy buena tarde (hacia solete y nada de aire) hemos aprovechado para los primeros paseos de Pablo y Luis. El primero de ellos con Julia. Hemos puesto a los pequeñajos sus buzos, los hemos metido en los capazos del Mountain Buggy, y a la calle. Aunque no ha sido tan fácil como decir «hala vamos de paseo», unos tres cuartos de hora de preparativos el primer día(esperamos que vayamos tardando menos cada vez), nos tenemos que ir acoplando a tiempos de preparación.

 

Paseo 3

 

Aunque no hacía nada de frio, había que abrigarlos muy bien y tenían que ir muy tapados porque nos han dicho que no les puede dar nada el sol. Es bueno que salgan un par de veces al día, si no llueve, truena o nieva, por supuesto. Así les va dando un poco el aire.

 

Julia ha ido mucho rato agarrada al carro de sus hermanitos, tan ancha ella. Luego ya tenía ganas de correr un poco ella sola. Los paseos han venido muy bien porque así ella también ha podido salir un poco a la calle. Igual que sus hermanos, necesita airearse, además, así se cansa y duerme mejor.

 

Paseo 2

 

 

A mitad de camino hemos hecho una parada. Papá se ha sentado un poco en un banco a descansar. Pablo y Luis seguían dormidos.

 

Y después de un rato de paseo, llegó el momento de volver a casa. Para ser los primeros paseos, con casi una hora ya está bien. Y cuando estábamos llegando, lo inevitable. Encontrarnos con gente y retahíla de frases de las que nos vamos a cansar de oír una y otra vez:

  • «Ay que monos, uno rubio y otro moreno»: solo falta que me digas que si estoy seguro de que son los dos míos.
  • «No os vais a aburrir, ¿no?»: pues no, pero sarna con gusto no pica, es lo que queremos, no un castigo.
  • «Ahora ya hay que cortar…»: sí queremos sí y sí no, pues no, pero no porque tú me lo digas.
  • «Os ha tocado la lotería»: la verdad es que no, es mucho mejor que la lotería

 

¿Cuál es vuestra experiencia con los primeros paseos con vuestros hijos? ¿Alguna frase típica más?

Enfermitos

Lavarse las manos al entrar, incluido el antebrazo, secarse con papel, primero las manos y luego el resto, y cerrar el grifo con el papel en la mano. Este es el proceso que hay que seguir al entrar en la unidad de neonatos, antes de ver y tocar a tu hijo. Tampoco puedes tener el reloj puesto, y, si sacas el móvil, ya no puedes volver a tocar a tu hijo. Después de cumplir con este protocolo, avanzas por el pasillo hasta la incubadora en la que está. Lo ves, te emocionas, y disfrutas de unos minutos juntos. Permiten hacerlo cuántas veces se quiera y a la hora que se quiera.

 

Cuando entras la primera vez, solamente tienes ojos para tu hijo. Te fijas en dónde está metido, qué está haciendo, cuántos cables tiene puestos… Te centras en ese tiempo que tienes, porque estás desconcertado por la situación, no esperabas que estuviera ahí. Si tienes suerte, lo puedes coger, o darle un biberón. Si no, te tienes que conformar con verlo, y, quizá, hacerle alguna caricia. Después te das cuenta de que hay más hijos que el tuyo. Más grandes y más pequeños. Más y menos enfermos. Más y menos independientes. Y también te das cuenta de que hay más padres y madres que tú. Más o menos esperanzados. Más o menos preocupados. Más o menos hechos a la rutina. Padres que puede que lleven, o les queden por delante, meses de ver a sus hijos en esas circunstancias.

 

Supongo que trabajar en un lugar así puede llegar a ser enormemente gratificante o enormemente desolador. Y seguro que el filo que separa una parte de otra es muy pequeño. Ves que llegan personitas muy pequeñas, demasiado pequeñas, que, en muchos casos, no pueden ni respirar por si mismas, y tienes que intentar que sigan vivas. Tienes que tratar con padres desesperados, a los que la primera vez que les explicas qué les pasa a sus hijos, la información que les das parece que les mata un poquito por dentro. Que te están oyendo pero no escuchando, porque solo pueden pensar en «¿por qué a mi hijo?». Y que, después de oírte, salen como perdidos, y lloran en el pasillo. Pero también tienes que informarles de que su hijo está mejor, que respira por sí sólo, que va cogiendo peso, y que pronto saldrá de allí. Ésta seguro que es la parte fácil del trabajo. No me quiero ni imaginar como debe ser transmitir malas noticias. A todas esas personas que trabajan sacando adelante a estos enfermitos, GRACIAS, HACÉIS UN GRAN TRABAJO.

 

Historia de un parto inducido de mellizos

Cuando llegas al hospital para un parto inducido sabes, porque algo has leído sobre el tema, que puede ser largo. Lo que no te esperas es que prácticamente te aseguren que hasta 24 horas después no va a haber avances. Y así, te encuentras en una habitación esperando a ver si la prostranglandina hace algo. Mientras tanto, gritos de mamás dando a luz, llantos de bebes recién nacidos, entrada y salida de ginecólogas y matronas… Como parece que va para largo, mamá puede hasta comer, y papá sale un rato a comer también y a tomar el aire. No hay mucho más que hacer. Esta parte de llama DESILUSIÓN.

 

En un parto inducido de gemelos, es difícil monitorizar el latido de los dos. Y una de las matronas está una hora intentándolo sin éxito, no consigue encontrar a Luis. Entonces deciden romper la bolsa de Pablo para monitorizarlo internamente (poniéndole un clip en la cabecita), y así concentrarse por fuera en Pablo. Todo cambia. Hay que empezar con oxitocina. Empiezan las contracciones, cada vez más seguidas y más fuertes. Mamá sufre. Esta parte de llama PREOCUPACIÓN.

 

La epidural hace su efecto y las contracciones siguen aumentando en ritmo, aunque mucho más llevaderas para mamá. Vamos avanzando, parece que muy rápido. Tanto que papá va a cenar rápido por si es «ahora o nunca». Pero el ritmo baja y nos estancamos. Sin dolores para mamá. Esta parte de llama TRANQUILIDAD.

 

El efecto de la epidural se va acabando y ahora las contracciones son mucho más fuertes. La dilatación no aumenta todo lo necesario y hay que esperar. Una nueva dosis no mejora los dolores de mamá. Más contracciones. Más fuertes. Nueva exploración y todo igual. Esta parte se llama IMPACIENCIA.

 

Por fin parece que están todos preparados. Mamá, Pablo y Luis. Nos vamos al paritorio. Preparación y  mucha gente. Contracción y a empujar. Otra contracción y a empujar de nuevo. Tercera contracción. Primer empujón. Segundo empujón y asoma la cabeza de Pablo. Tercer empujón y sale Pablo. Tiene sangre y esa sustancia que tienen los recién nacidos por casi todo el cuerpo. Y huele a recién nacido. Es precioso. Llora encima de mamá. Pero tiene que pasar a los brazos de papá porque mamá tiene que seguir trabajando. Esta parte se llama ALEGRÍA.

 

El tiempo entre un mellizo y otro se puede hacer eterno si la madre se queda sin fuerzas para empujar y se marea. 30 minutos que parecen no acabar nunca. Y que son demasiados. A Luis le cuesta mucho salir. Papá se marea también y necesita salir a tumbarse. Cuando Luis consigue salir, no consigue adaptarse bien a la respiración fuera de mama. Su color no es bueno. No rompe a llorar. Puede que haya tenido algún daño si no le ha llegado el suficiente oxígeno al cerebro. Papá ya recuperado ve como lo llevan a la incubadora mientras le explican qué ha pasado. Seguramente no sea grave. Mientras, mamá sigue expulsando las placentas y las médicas están con ella. Papá llora solo en un pasillo. Esta parte se llama DESOLACIÓN.

 

Con mamá en fase de recuperación, pasamos a la habitación, con Pablo. Intentamos empezar lactancia materna. Mamá se marea de nuevo pero se recupera. Papá va a ver a Luis. Está mejor. Mamá necesita una transfusión porque no acaba de recuperarse. El pediatra nos dice que Luis seguramente esté con nosotros mañana. Mamá se recupera. Esta parte, que va a durar para el resto de mi vida, se llama FELICIDAD.

 

Pablo 2

 

 

Bienvenida

Mañana, o pasado, te recupero mamá. Porque las últimas semanas, los últimos meses, has estado pero no estabas, has sido, pero no eras. Ha sido largo, duro, difícil. Sobre todo para ti. Aunque yo me he tenido que tragar las ganas hasta de poder dormir contigo, y te aseguro que lo deseaba tanto… Hemos llegado a las noches tan agotados, que ese rato juntos, nuestro único rato juntos, ha sido, la mayoría de las veces, un trámite hasta el día siguiente. Pero hemos podido con ello. Podemos con todo.

FB_20160316_00_01_00_Saved_Picture

 

Mañana, o pasado, te recupero mamá. Físicamente volverás a poder. Tienes tanta fuerza que en los últimos meses has podido con demasiado a veces. Otras con lo justo. Siempre más que suficiente. Aunque te sentías triste por no poder con más. Para lo demás estaba yo. Y me he cansado, mucho. Pero verte me daba fuerzas para seguir. Y hemos podido con ello. Porque juntos podemos con todo.

 

Mañana, o pasado, te recupero mamá. Y se que te tengo que seguir compartiendo. Y que, como seremos más, tocamos a menos, al menos yo. Y se, también, que te voy a seguir queriendo. Y en esto, aunque seamos más, tú no tocas a menos. Y se que, aunque la parte que me toca de ti a veces vaya a ser muy pequeña, podremos con ello. Porque juntos podemos con todo.

 

Mañana, o pasado, te recupero mamá. Aunque tenemos un trabajo duro por delante. Tus dos okupas, dejan su sitio. Reclamarán uno nuevo y te reclamarán con ellos. Y seguro que nos agobiaremos, nos agotaremos, nos preocuparemos… Pero estaremos juntos, como siempre y en todo. Y también vamos a poder con ello. Porque juntos, podemos con todo. Ya sabes, como dice esta canción, juntos somos invencibles.

Hazme caso por favor

¿Somos los únicos padres que tenemos la sensación de que sus hijos no les hacen caso ni hacen lo que le decimos el 99 % de las veces? ¿Nos tenemos que preocupar por ver que dices haz esto o haz lo otro, pidiéndolo por favor, tranquilamente, y el resultado es nada, o justo o contrario? Vamos a ver ejemplos ilustrativos de dos situaciones cualesquiera.

 

Ejemplo 1

Domingo por la tarde en el parque. «Julia, nos vamos que es la hora de merendar». Julia dice que no, que un poquito más y ya. Que se lo está pasando muy bien y ya más tarde si eso.

 

 

 

«Julia, venga que además empieza la Patrulla Canina». A ver si así… Pero no. Otra vez que otro poquito más. Qué le vamos a hacer. Al final hay que elegir. Berrinche, o merendar tarde. Lo de intentar convencerla es muy complicado, y rara vez se consigue. El próximo día se lo empiezo a decir media hora antes de tenernos que ir. Si no, no hay manera.


Ejemplo 2

«Julia, vete a lavar los dientes». Julia va al baño. Se oye el grifo una vez, y otra vez, y otra vez… Suena el vaso de plástico contra la encimera del lavabo. «Julia, ¿qué haces?». Otra vez el grifo. Silencio. Otra vez el grifo. Diez minutos después, esta vez no ha tardado mucho, aparece Julia con las manos muy muy muy limpias, sin la chaqueta, y con las mangas y el pecho de la camiseta empapados. «Pero, ¿qué has estado haciendo, nena?». Pues de todo menos lavarse los dientes. La próxima vez habrá que decirle que se lave las manos, a ver si así se lava los dientes.

 

Es increíble la capacidad que tienen (lo siento por el resto de padres y madres pero espero que a la mayoría les pase igual), para desconectar y hacer lo que apetece, sea lo que se ha pedido o no. Es como hablarle a una pared. Aunque te digan que lo entienden y que lo van a hacer, olvidado en medio segundo.

 

¿Algún padre o madre nos puede confirmar si les pasa lo mismo? ¿Qué trucos usáis para que os hagan caso?  Ejemplos por favor.

¿Conciliados?

Mañana en La Sexta a las 21:30 se emite un «Salvados» que tratará sobre la conciliación de la vida familiar y laboral en España. Seguro que es muy interesante y que ayuda a clarificar mucho la situación a la que se enfrentan los padres y madres en España, comparándola con la de otros países.

 

Cuando tienes hijos sabes que no va a ser un camino fácil, pero no piensas en muchas de las dificultades que vas a tener. Pronto hay que elegir qué hacer con tus hijos, mucho antes de lo que sería deseable. El permiso de maternidad se acaba (el de paternidad está ya olvidadísimo) y entonces tienes que decidir. A la guardería con apenas cinco meses, con los abuelos, o dejar de trabajar (y de tener un sueldo, por supuesto) durante al menos por un tiempo. Así funciona la cosa en este país. Ninguna de las opciones parece apetecible. Lo ideal sería disponer de más tiempo para tus hijos, sin tener perjuicio económico por ello. Y más cuando ves las condiciones en las que se encuentran las mamás y los papás en otros países.

 

Permisos

 

Sorprendentemente, hay muchos países del nivel de desarrollo de España que tienen permisos similares e incluso inferiores, sobre todo para los padres. Al final, no estamos tan mal. Pero como siempre se intenta mejorar, tenemos que fijarnos en los países que disfrutan de unos permisos superiores a los nuestros, es inevitable (nos gustaría ser suecos o noruegos). Si queremos que nuestra sociedad no envejezca, tenemos que facilitar por todos los medios que se tengan hijos.

 

Hace meses surgió el movimiento «Yo concilio» en las redes sociales. Aquí se puede firmar una petición lanzada por el Club de malas madres para solicitar medidas que realmente permitan conciliar la vida familiar y la laboral. No solamente con los permisos desde el nacimiento, sino con los horarios posteriores y su flexibilidad. Porque los niños se ponen malos, y cuando esto ocurre tienen que estar en casa, y las mamás y los papás tienen que estar con ellos o llevarlos al médico. Si tienes suerte, en tu empresa te darán los días que necesites. Pero si no… Te puedes encontrar con disponer de únicamente 35 horas remuneradas al año, por ejemplo, para acudir al médico independientemente de que sean para tí, o para tus hijos (tengas uno o tengas cinco). La intención de esta petición es que los trabajadores dispongan de más tiempo para estar con sus hijos mediante incentivos a las empresas que lo permitan. La repercusión que está teniendo el movimiento ha sido tal que han llegado a contestar a la petición varios de los candidatos a las elecciones. Ya han firmado la petición más de 272000 personas. Si no lo habéis hecho todavía, os pedimos que lo hagáis.

 

 

Cuando Julia nació, mamá tuvo sus dieciséis semanas y papá sus quince días. Pero como no queríamos dejarla en una guardería desde tan pequeña, mamá cogió un año de excedencia. Aunque ello supusiera perder un año de sueldo. Esto permitió, además, que papá cogiera los quince días de lactancia (sí, los puede coger el padre). Así, solamente tuvo que ir a la guardería un año antes de empezar el cole. Ahora cuando nazcan Pablo y Luis, el permiso de mamá será de 18 semanas y el de papá de 25 días. Se amplían por nacimiento múltiple y por pasar a ser familia numerosa. Es una mejora, pero sigue pareciendo insuficiente, ¿a que sí? Ya lo comentábamos en la entrada «Quiero mis cuatro semanas». Y cuando se acaben los permisos habrá que volver a hacer cuentas para ver si nos podemos permitir otra excedencia de mamá. Lo que tenemos claro es que lo más importante son nuestros hijos y que no es un problema para nosotros privarnos de ciertas cosas por estar con ellos, y verlos crecer, jugar y aprender.

 

¿Cuál es vuestra experiencia? ¿Os parecen suficientes los permisos actuales? ¿Creéis que habría que adoptar más medidas para facilitar la conciliación?

40 semanas

40 semanas de embarazo. De náuseas. De vómitos. De ecografías. De pasar horas y horas en el hospital y en la matrona. De analíticas y pruebas de glucosa. De clases de preparación al parto. De monitores. De ver como tu cuerpo se deforma. De dormir mal. De varices. De tensión alta o baja. De dolores de espalda. De aguantar patadas y puñetazos. De preocuparte por su peso. De no saber si se colocará. Pero también 40 semanas de ilusiones. De hacer planes. De desear saber si es niño o niña. De soñar con el futuro. De elecciones de carro, bañera, cuna, trona, ropa, biberones, pañales, chupetes y cremas. De elegir nombre. De pintar su habitación. De elegir padrinos. De pensar en la educación que le darás. De pensar en si será rubio o moreno, si tendrá ojos azules o marrones. De asustarte, al menos al principio, si son dos.

 

Tiene que ser horrible perder, de un día para otro, al hijo que esperas, pero estando de 40 semanas… Mientras escribo esto estoy en la sala de espera mientras mamá está en monitores. Hay una mamá que anoche sentía moverse a su bebe, hoy salía de cuentas, y resulta que al venir a monitores no le encuentran el latido y está muerto. No soy capaz de imaginar lo que se puede llegar a sentir en un momento así.  Rabia, desesperación, impotencia… Y las consecuencias que tiene. Tiene que ser horrible encontrarte con esto.

 

Llegar a ser padres es un camino tan difícil… No es tan fácil como pueda parecer quedarse embarazados… Y luego puede haber tantas complicaciones… Desde el principio hasta el final estás a expensas de tantas cosas que pueden hacer que se acabe… Mamá y yo tenemos mucha suerte. Ha sido un camino difícil pero, según parece y deseamos, llegaremos al final. Tenemos una hija y dos más a punto de estar con nosotros. Mamá y yo tenemos mucha suerte. Nadie merece pasar por momentos como los que hemos presenciado esta mañana. Mamá y yo tenemos mucha suerte. El jueves próximo nos inducen el parto, si ellos no han decidido salir antes, claro. A día de hoy, Pablo y Luis están muy bien de peso (2,8kg cada uno), su corazón late fuerte y es lo mejor para todos. Ya es la semana 37 y para entonces estaremos cerca de la 38. Parece que llegamos al final del camino.

 

85eeffa402d66675545af4d406f86588

 

Gracias a todos los que estáis pendientes de nosotros y nuestros peques. Os seguiremos informando…

Todo preparado

Mañana nos toca visita al hospital. Tenemos que estar preparados porque según cómo esté la glucosa en los análisis de mamá, cómo estén Pablo y Luis, y cómo se encuentre mamá, nos pueden mandar volver en pocos días para conocerles por fin. El viernes comienza la semana 37, y a la 39 no llegaríamos, el parto será inducido en ese período si no salen antes por su cuenta. Así que toca tener preparado todo lo que haya que llevar al hospital y tener pensado el plan para esos días para quedarse con Julia, llevarla al cole, etc.

 

El bolso de los peques de Skip Hop tiene ya cremas, toallitas, guantes, peine, chupetes y sus correspondientes chupeteros de Mami Pañales. El neceser de mamá también está preparado. Papá sabe donde están los bodies y los trajes con los que Pablo y Luis saldrán del hospital para sólo tener que cogerlos y llevarlos el ultimo día (aunque mamá tuvo que hacerme un examen para saber cuales eran). Todo controlado por aquí.

 

WP_20160309_17_26_45_Rich

 

En el coche ya están instaladas las dos bases para los «huevos» de Phil and Teds, una a cada lado de la de Julia, que los empiece a controlar y a cuidar desde el primer día. Y en casa el Mountain Buggy (os hablaremos de todas las compras que hemos tenido que hacer otro día) comprado en Gemelicos, a ver si no hace mucho frío y podemos salir de paseo pronto. También hay un buen cargamento de pañales, cremas, chupetes, mantas para envolverlos, la bañera preparada… Por aquí todo controlado también.

 

WP_20160309_17_26_55_Rich

 

Tenemos pensado con quién dejar a Julia o a quién avisar si nos tenemos que ir corriendo. Al hospital hemos decidido ir en taxi, preferimos no estar pendiente del parking. Julia tiene preparados los regalos para Pablo y Luis (mamá los achucha para que les huelan a ella) y les ha pedido a ellos que le traigan un peluche de la Patrulla Canina, al que añadiremos los pendientes y la supermedalla diy. Todo controlado por aquí también.

WP_20160309_17_32_49_Rich

 

 

Pero, ¿mamá y papá están preparados? Sabemos que puede que Pablo y Luis pasen unos días en la incubadora y será difícil. Papá está preocupado, por mamá, por Pablo y Luis. Y también por Julia. Pero a la vez ilusionado por la nueva vida que nos va a tocar vivir. A mamá se le juntan los sentimientos de miedo, incertidumbre, alegría, por estar tan cerca el momento de conocer a los mellizos, por si todo va a ir bien para ellos, por si lo haremos bien con Julia cuando lleguen… De lo que estamos seguros los dos es de que es la vida que hemos elegido y que nos va a hacer muy felices vivirla.

 

¿Creeis que nos falta algo? Admitimos sugerencias.