El segundo embarazo

Vaya por delante que la etapa del embarazo me parece preciosa para la mujer y su pareja, pero es cierto que según cómo te encuentres tu, y cómo esté el bebé se llevará de mejor o regular manera.

 

Cuando nos confirmaron que estábamos de nuevo embarazados, fue una gran alegría para ambos. Un poco de susto al principio, ¡¡ERAN 2!! pero como la yaya Rosario ya nos lo había advertido, estábamos sobre aviso. Hasta entonces lo único que había notado era que mi sentido del olfato ya muy desarrollado de por sí, se había hecho aún más. A partir de ese momento, ya no volvió a parecerse en nada al anterior embarazo.

 

Unos días después los sangrados, nauseas y vómitos no paraban. El médico de cabecera me dio la baja por embarazo de riesgo y la ginecóloga, además, me recomendó reposo relativo, ¿y qué es eso? ¿qué puedo hacer y qué no? En principio reduje las salidas, intentaba no coger demasiado peso y poco más. Las visitas al hospital aumentaron a 1 cada 4 semanas.

 

Según iba pasando el tiempo mi situación no mejoraba, seguía manchando, tenía frecuentes dolores de tripa, me estaba atiborrando a Cariban (fármaco para evitar las nauseas) y Alquén (para evitar la acidez) y además estaba muy cansada.

 

En la eco de las 12 semanas, los chiquibebés iban fenomenal, median más de 7cm cada uno. En relación a mis quejas de cansancio, acidez, nauseas, etc, la única respuesta es que era un embarazo de 2!!!

 

Desde casi el principio las naranjas o kiwis parecían acido cítrico en mi estómago, así que suprimidos, cualquier legumbre en puré porque si no, no me hacía la digestión, carnes y pescados sin salsas, cantidades pequeñas de cualquier comida, hasta el fiambre de pavo me producía acidez, entonces, ¿qué como? Era desesperante, porque sabía que no me estaba alimentando en condiciones, pero no me apetecía nada teniendo continuamente ácido el estomago,  que traía consigo que tampoco pudiera dormir por las noches. Ni siquiera tenía antojos como en el embarazo de Julia que me dio por las aceitunas y los gusanitos, jeje.

 

Un mes después, nuestros chiquibebés ya pesaban 200gr cada uno y “según sus medidas” nos adelantaron una semana, ya no estábamos en la semana 16, sino en la 17 (no sabíamos que esto se hacía, nos sorprendió bastante). Yo seguía de mal en peor, me cansaba ante cualquier esfuerzo, por pequeño que fuera, ducharme, hacer la cama, tender la ropa, recogerla…Me daban taquicardias así que insistí en que no me parecía normal, porque sí es cierto que son 2, pero en el embarazo de Julia, fui de boda 15 días antes de que naciera (¿verdad Mónica?), podía con el carrito de la compra, paseábamos todos los días, algo que no he podido hacer en este. Ante mi insistencia, la ginecóloga me mandó al cardiólogo…

 

Mientras tanto, ni paseos, ni gimnasia para ponerme en forma, ni apenas salir de casa sino era para ir a buscar a Julia. Tuvimos que comprar un banquito para poder ducharme sentada porque ya no podía aguantar y seguía haciendo cualquier tarea de la casa como si fueran duras etapas ciclistas, con descansos entre ellas. Lo de darme crema después, puf, ¡si casi no podía vestirme! Relegado a una vez a la semana, como mucho.

 

En la siguiente visita a la matrona, mientras ella buscaba el latido del corazón de los peques, me mareé. Nunca me pasó en el anterior embarazo, por lo que no lo esperaba, era algo rutinario y había llevado a Julia para que ella también los escuchara, sin esperar que algo así podía suceder. Me volví a marear en la eco de las 20 semanas… ahí por lo menos estaba sobre aviso y sabía que podía ser posible.

 

En la visita al cardiólogo, me confirmaron que todo estaba correcto, pero que mi corazón tenía que trabajar  más de lo normal para llevar sangre a las 2 placentas y que el útero oprimía toda la zona torácica. Nueva consulta en un mes, en la que me volvieron a decir que todo normal, como ya esperaba.

 

En la visita de las 20 semanas, Pablo y Luis pesaban casi 400gr cada uno, seguían perfectos. En la consulta, después de repetirme que todas mis molestias eran normales y se debían al doble embarazo, por fin me mandaron unos nuevos análisis de sangre.  Yo con la lengua fuera cada vez que andaba más de 5 minutos seguidos o hacia cualquier actividad.

 

Semana 24,  los mellizos siguen creciendo y engordando a la par, ¡son unos jabatos!, pero Pablo ya está de cabeza y Luis sigue de nalgas, puede ser cesárea de nuevo, como cuando Julia. En la consulta la ginecóloga me dice que tengo mucha anemia, hay que tomar Tardiferon mañana y noche en ayunas y ¡salir a pasear!. Me quedé a cuadros, pero ¡si le llevo diciendo desde hace 3 meses que no puedo con mi alma, me ha mandado al cardiólogo en lugar de hacerme antes el análisis, y ahora me dice que es que tengo “mucha anemia”!. Me enfadé muchísimo. Pero bueno ellos estaban bien que era lo que más me importaba.

 

Las siguientes semanas fueron duras, el Tardiferon me sentaba fatal, agravó mi acidez, mi estreñimiento y el no poder descansar por las noches porque tenía que tomármelo en ayunas y mi estomago me lo recordaba continuamente. Mis amigas de la farmacia me dieron la opción de tomármelo con las comidas aunque no se absorbiera del todo, para evitar el mal estómago Así empecé a hacerlo y aunque no se solucionó del todo, era más llevadero.

También empecé a dormir en otra habitación para poder subir el colchón con libros (qué útiles son las enciclopedias para estos casos) y ponerme más almohadas.

 

En la visita de la semana 28, los bebés pesaban 1,2kg cada uno, siguen creciendo y desarrollándose muy bien, Pablo cabeza abajo y Luis cabeza arriba. Ya no les iba a decir las molestias que tenía, ¿para qué? Únicamente al final, le comenté que tomaba el hierro con comida porque con la acidez que tenía, no podía comer ni dormir, y su contestación es que me estaba jugando una transfusión, así que yo vería… ufff. Me cambió el formato a Ferrosanol. Este es más llevadero con mi acidez.

¿Y por qué me duelen tanto las inglés? Tampoco me pasó en el anterior embarazo.

 

Semana 32, ¡¡Pablo y Luis se han colocado!! Unos días antes, durante toda una mañana, tuve bastantes dolores en la barrigota, parece que era Luis dándose la vuelta. Ya pesan unos 2 kg cada uno y todo sigue su evolución normal. Mi anemia ha disminuido algo, pero no me encuentro mucho mejor de las taquicardias y el cansancio. Me dijeron que si en la semana 38 no habían salido, me provocarían el parto.

 

Hacía una semana que ya no conducía porque la última vez que fui a buscar a Julia me dieron unos dolores bastante fuertes estando ya en el cole y nos tuvieron que traer a las 2 a casa. Me da miedo que pueda volver a ocurrir. Ya hemos puesto en marcha la “red de ayuda” para organizar quién me trae a Julia a casa cada día.

 

Hasta la semana 34 no me había salido ni una estría, en el de Julia tampoco, pero un día me empezó a picar bastante la barriga y ¡sorpresa! Cada día me van saliendo más. Ni rosa mosqueta, ni Bio-oil, ni cremas…La verdad es que no me preocupo por ellas sino por lo que me pica y el dolor en la zona del ombligo.

 

Y aquí estamos, camino de la semana 36, con los mellizos sin parar de moverse, con los 2kg superados, los pulmones terminando de prepararse y yo con un miedo increíble porque no me he preparado nada para parir. Siempre pensamos que sería cesárea al no estar colocados boca abajo ambos, (Julia estuvo de nalgas desde la semana 30), y con mi estado físico tampoco me apetecía ir a hacer “el gato” y otras contorsiones.

 

Soy muy consciente de que parir supone un trabajo físico para el que es mejor estar preparada, pero yo no he hecho ejercicio alguno, ni andar, ni masaje perineal, ni Kegel, ni pujos, ni respiraciones, ni nada de nada. Pariremos por instinto, jeje, y espero no montar ningún espectáculo.

 

Sólo deseo, que nuestros bebés nazcan sanos y cuando ellos quieran, pero mañana es el cumple de papá y podría ser buena fecha (¿oido chicos?). Otra, por ejemplo, es el 14 de marzo que hará 18 años desde que Raúl y yo empezamos a salir, pero tranquilos vosotros tomaos vuestro tiempo.

 

Espero que después de leer todo esto, os quedéis con la idea de que nuestra ilusión era ser padres de nuevo y anula cualquier mal momento vivido en el embarazo.

Os quiero bebés, te quiero Julia, te amo Raúl.

Ayuda, por favor

Qué importante es poder disponer de una «red de ayudantes». Por mucho que queramos, una familia numerosa no puede valerse por si sola, no al menos si el papá y la mamá trabajan. Ni siquiera trabajando solo el papá mientras la mamá está de baja en el embarazo. Hay tantas cosas que hacer, que preparar, de las que estar pendientes… Que o te echan una mano, o imposible. Papá y mamá llegan hasta dónde pueden. El día tiene las horas que tiene. Así que se hace necesario tirar de la «red de ayudantes». Con la familia sabes que siempre puedes contar, aunque no por eso hay que quitarle valor. Si ademas tienes un grupo de amigos que también apoyan, todo se vuelve más fácil.

 

RED DE AYUDA

 

Pasado

Para nosotros el curso pasado fue horrible. Julia estuvo enferma prácticamente cada dos-tres semanas sin descanso hasta el mes de mayo, incluso estuvo ingresada en el hospital. Me acuerdo de todos los momentos en los que tuvimos que echar mano de los yayos, de la madrina (la maína para Julia), la tata (un besito para Tarragona), y seguro que de alguien más que se me olvida. Cuidar de una niña de dos años que está malita no es fácil.

Presente

Con el embarazo de los mellizos, se acumulan los preparativos. El tiempo que Julia nos deja libre es escaso. Mamá, que es una campeona, hace un gran esfuerzo por las mañanas cuando la nena está en el cole, pero no es suficiente. Además, ya no puede conducir para ir a recogerla a la salida del cole. Y papá, que es un campeón, por las tardes a veces tiene que concentrarse en hacerle caso a Julia. En este caso, los yayos, los futuros padrinos de Pablo y Luis, y amigas de mamá, echan unos viajes de más en coche, aunque no les pille de camino para traerla a casa, o cuidan de Julia algunas tardes para que podamos adelantar. También ayudan los primos que se echan un viajecito al Ikea y te hacen unas compras, todo viene bien.

Futuro

Tenemos claro que será complicado. Papa estará en casa los primeros días, pero después… Volveremos a tirar de los yayos, de la maína y los nuevos padrinos, de los amigos, de los primos que se han ofrecido para lo que haga falta.

 

AYUDA

 

Nuestra vida cambiará mucho en poco tiempo, y vamos a seguir necesitando la ayuda de todos ellos, como hasta ahora. Para ir a buscar a Julia al cole, para hacernos compras, para que tengamos un ratito libre, para llevarnos ropa al hospital si estamos en urgencias, para acompañarnos al médico, para pintarnos las habitaciones, para aconsejarnos… Aunque aceptar lo que te dan, es ya un una forma de dar las gracias, gracias a todos por adelantado.

 

¿Qué os parece? ¿Quién os echa una manita?

Adiós siesta, adiós

Qué rica nos sabe una siestita después de comer. Y, sobre todo, qué rica nos sabe la siesta de nuestros hijos, porque así descansamos nosotros. Recuerdo y echo de menos los fines de semana (entre semana yo no lo podía disfrutar) en los que Julia dormía su siesta de dos horas. Qué ratito más rico para descansar, tomarse un café, ver una peli…

Según dónde te informes (en internet por ejemplo), los niños deben echarse la siesta hasta los tres, cuatro, o cinco años. Así que, a lo mejor, lo mejor es fiarse de lo que veamos que nuestro peque necesita y no hacer caso a teorías. Igual que a mí no me gusta especialmente echarme la siesta, y no la necesito casi nunca, habrá otras personas que les pasará lo contrario. ¿Por qué no va a pasar igual con los niños? No son todos iguales.

Hace unos meses, con el comienzo del curso, decidimos quitarle la siesta a Julia. Se juntaron varios factores. Entre salir del colegio, llegar a casa y comer, se echaba demasiado tarde. Además, por la mañana la teníamos que levantar a las 7:30, por lo que era necesario que se durmiera bastante pronto por la noche, y la siesta no ayudaba a esto precisamente. Al principio nos parecía fantástico, antes de las 21:30 estaba dormida la mayoría de los días. Pero empezamos a notar ciertos cambios en ella. Estaba más irascible. En unos días pasó a tener dos o tres berrinches diarios y nos empezamos a preocupar porque creíamos que empezaba a estar celosa por los llegada de los mellizos. La situación se volvió muy complicada y decidimos volver a la siesta. Se dormía más tarde por la noche y le costaba más despertarse por la mañana, pero su comportamiento volvió a ser el habitual, el de antes.

Y así hemos aguantado hasta ahora. Durante este tiempo, Julia se ha echado la siesta regularmente, pero no todos los días. Los martes y jueves se queda a comer en el cole y luego tiene cuentacuentos así que la siesta quedaba para lunes, miércoles y viernes. Los fines de semana había de todo, unos días sí y otros no. Y ahora, con sus casi tres años y medio, ella misma ha dicho basta. Insiste e insiste en que no se quiere echar la siesta, y así no hay mucho que hacer. Hasta dice que no se quiere ir a dormir por la noche, «no quiero ir aloló» dice ella. Pero claro, acaba cayendo, el sueño le puede. Aunque si algún día se queda dormida, por ejemplo, diez minutos viniendo en coche a casa, puede que haya que hacer malabarismos para dormirla por la noche.

Así que otra etapa quemada. La siesta queda atrás y toca buscar entretenimiento para los ratos de después de comer que, seguramente, ya no serán tan tranquilos. Tendremos que tirar de Cómo te entretenemos.

La contraseña

La seguridad de nuestros hijos nos preocupa a todos los padres. Haríamos lo que fuera porque a nuestros hijos no les pasara nada. Y lo hacemos, empezando por darles unas bases que intentamos que comprendan, y pongan en práctica, claro.

 

La primera vez que vi este vídeo se me quedó bastante mal cuerpo, con una mezcla de sentimientos de sorpresa, miedo, intranquilidad y preocupación. Además, verlo en «El Hormiguero» no ayudó. Estás viendo algo divertido y, de repente, te plantan esto.

 

El vídeo pretende demostrar lo fácil que es para un extraño convencer a nuestros hijos de que se vayan con él. No importa cuántas veces les digamos que no hablen con gente que no conozcan. Un cachorro, una actitud amable, y ya está. Con muy poco es suficiente. Todas las madres del vídeo dicen que les recuerdan a sus hijos a menudo que no se habla con extraños, y están seguras de que sus hijos no se irán con él. Y todas se equivocan.

 

Seguro que a todos, como padres, nos ha pasado que, mientras le decimos algo importante a nuestros hijos parece que nos están escuchando, e incluso que nos están entendiendo. Y acto seguido hacen justo lo contrario de lo que les habíamos dicho. Lo que ocurre es que la mayoría de las veces no le damos mayor importancia porque la falta de escucha no tiene consecuencias aparentes para ellos, pero es frustrante. ¿Y cómo hacer que nos escuchen y tengan en cuenta lo que les decimos? Seguro que no hay una fórmula mágica, pero sí que hay pequeñas cosas que podemos tener en cuenta:

  • las prioridades del niño: si tiene hambre, o quiere ver la tele, o… lo que sea, no nos va a hacer caso por mucho que lo intentemos
  • asegurarse de que nos presta atención: evitamos pérdidas de tiempo
  • que las expectativas no sean demasiado altas: no podemos pretender que entienda todo lo que le decimos a la primera. Es un niño, no un adulto
  • seguramente tendremos menos éxito si no estamos al nivel del niño, físicamente. Agachados, a su altura, es más fácil
  • escucharles a ellos: imitan todo lo que hacemos, esto también

 

Pero, si esto no funciona, ¿qué opciones nos quedan? ¿confiar en que no haya malas personas? ¿confiar en que nuestros hijos no harán lo que los del vídeo? Por desgracia, la única opción fiable cien por cien, es estar pendiente permanentemente de ellos, no quitarles la vista de encima. Esto no quiere decir que limitemos su autonomía, y que no podamos estar sentados tranquilamente en un banco del parque mientras juegan, pueden jugar solos. Pero si queremos minimizar estos riesgos, tenemos que estar pendientes de ellos.

 

Hay una pequeña historia que encontramos en internet, e intentaremos poner en práctica a ver si nos funciona.

Un extraño se acercó a una niña y le dijo:

«Ven conmigo, soy amigo de tu mamá.

Ella me ha pedido que te recoja porque se ha puesto enferma»

La niña le dijo: «¿Cuál es la  contraseña?»

El extraño quedó desorientado y se fue corriendo.

La niña y sus padres habían elegido una contraseña para que en el caso de que

papá o mamá  hubieran mandado a alguien a recogerla, ella supiera que era cierto.

 

Parque

 

Este ejemplo de una tarde en un parque es una pequeña muestra de algo que los padres arrastraremos toda la vida. La preocupación, intranquilidad, frustración, inseguridad, nos acompañarán siempre. Cada edad de nuestros hijos tendrá sus motivos: primero el parque, después el instituto, las primeras salidas nocturnas, los estudios, los amigos, el trabajo… Como dice Saramago: «Ser madre o padre es el mayor acto de coraje que alguien pueda tener, porque es exponerse a todo tipo de dolor, principalmente de la incertidumbre de estar actuando correctamente y del miedo a perder algo tan amado.»

 

 

La hermana mayor

Cuando sabes que vas a ser padre o madre por segunda vez, piensas en qué puedes hacer para que la hermana mayor, en este caso Julia, sienta que no está siendo desplazada, y que va a recibir ya no sólo el amor de sus padres, sino también el de sus hermanos.

 

Papá y mamá somos hijos únicos, como ya os hemos dicho. No hemos sentido celos a hermanos. Por eso, hemos intentado lo máximo posible ir haciendo con Julia una preparación para la nueva situación que se avecina. Así los cambios no le pillarían muy de sorpresa.

 

Al principio, es cierto, que no comenzamos haciendo las cosas demasiado bien, pues le decíamos, por ejemplo, que mamá no la cogía porque ya llevaba a los bebés y no podía con ella también, con lo que ya la estábamos poniendo en contra de ellos, muchos meses antes de que nacieran. Por suerte, siempre podemos contar con el consejo de nuestra amiga Nika de Equilibrium Psicología y nos orientó para ir haciendo las cosas mejor.

 

Con Julia hemos pintado nuevas cosas para su habitación, ha elegido pijamas y ropa para los hermanitos, ha venido a visitas a la ginecóloga y a la matrona, ha visto a los pequeñajos en la ecografía y ha escuchado el latido de sus corazones. Pero de repente, un día le dice a la yaya que le da a un hermanito y a una amiguita suya del cole que también. No parece tan interesada por todo lo que tiene que ver con ellos e incluso, parece que no le ha sentado bien ver la cunita instalada en la habitación de papá y mamá.

 

Además, mamá ya no puede conducir, por lo que entran en acción los amigos y los yayos que cada día se turnan para traérnosla a casa.

 

Ante esto, también Nika nos recomendó que los hermanitos trajeran un regalo para su hermana mayor y que Julia cuando fuera a conocerlos al hospital, les llevara un pequeño regalito que ella hubiera elegido. Se nos ha ocurrido hacerle una medalla a la mejor hermana mayor y unos pendientes que teníamos guardados y que todavía no ha estrenado. Nos falta que ella elija algo para ellos. Con esto, esperamos hacerla sentir especial y que en ningún momento de esos primeros días pueda sentirse desplazada por ellos.

Medalla

 

Sabemos que va a ser difícil aceptar el cambio radical que se avecina en su vida, pero también en las nuestras. Juntos los 5 tendremos que adaptarnos unos a otros, y seguro que lo conseguimos.

 

Déjanos en paz papá

Ayer por la noche estuve un rato largo con la mano en la barriga de mamá, sintiendo a los mellizos. La verdad es que no paraban quietos ni un segundo. No puedo imaginar lo que se debe sentir llevándolos dentro, notándolos moverse. Tiene que ser muy bonito notar que crecen dentro de ti.

 

Yo siempre había sentido un gran respeto por esos barrigones de las mujeres embarazadas y creo recordar que nunca había puesto la mano en ninguna, aunque la curiosidad me dejaba con las ganas, hasta el embarazo de Julia. Me parecía que era algo muy personal y particular de cada mamá y, por supuesto, de cada papá. No me atrevía, ni aunque me dijeran ellas mismas que lo hiciera. Ahora me arrepiento de lo que me he perdido, y si en el futuro vuelvo a tener la oportunidad de sentir unas pataditas, o unos puñetazos, lo haré. Es una sensación maravillosa, y no solo porque sean tus hijos. Notar cómo se mueven, cómo están vivos, cómo responden cuando les tocas, es increíble.

 

Pablo y Luis ya tienen un tamaño considerable, y deben andar un poco justos de sitio. Puede parecer que, precisamente por eso, cada vez se van a mover menos, pero no es así. Es al revés. Cada vez se mueven más. Y responden más a los estímulos. Si les tocas, se cambian de sitio. Quizá porque les moleste. Seguro que es algo nuevo para ellos. Tiene que ser extraño sentir que, por primera vez, algo perturba tu tranquilidad, invade tu espacio. He estado tocando la rodilla de Luis y los pies de Pablo y es asombroso cómo se movían, cómo estiraban y encogían sus piernecitas  al hacerlo. Era como si dijeran «déjame en paz papá». Como soy un poco pesado, he seguido. Y mañana volveré a hacerlo. A lo mejor lo hago cada día hasta que nazcan. Y les hablaré. Y les acariciaré. No pararé porque tengo muchas ganas de verlos y, de esta forma, la espera es más entretenida.

 

Barriga

 

Un embarazo lo siente fundamentalmente la mamá, claro está. Y los papás muchas veces nos perdemos algunas cosas, pero podemos disfrutar de muchas otras. Tenemos también oportunidades de disfrutarlo y de sentir a nuestro hijos antes de que nazcan.

Un día normal

Lo primero que tengo que decir es que soy una persona bastante «cuadriculada» y me gusta que todo vaya según la organización que tengo prevista.

07:30: Arriba, a comerse el día. Para el despertador e intenta despertar a Julia en, como mucho, 10 minutos para no ir arrastrando un retraso difícil de recuperar.

 

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07:40: Prepara los desayunos de mamá, papá, y Julia, y dale a la peque la cuchara con los restos de la miel. Le gusta más que a Winnie the Pooh. Deja que moje su bizcocho en tu colacao, se coma tus cereales y a la mitad diga, «me estoy haciendo piiiis». Ahora toca esperar a que vuelva para seguir compartiendo el desayuno.

08:05: Prepara la comida que te llevas al curro, intentando que no se olvide nada y el piscolabis del colegio para la nena mientras mamá va con Julia a lavarse los dientes, la cara y las manos. Ardua tarea.

08:15: Intenta ayudar a mamá a vestir a Julia, si Julia se deja claro.

08:20: Vístete para estar preparado al mismo tiempo que la nena, mientras mamá desenreda entre quejas y lloros, peina, da cremita y colonia. Hay que estar sincronizados. Uy, falta el abrigo, el gorro y la bufanda, otra lucha para ponérselo…

08:35: Sal de casa, monta a Julia en el coche, arranca, y reza porque no haya más atasco que otros días o problemas para aparcar.

09:00: ¡Conseguido! Julia está en su clase a tiempo. Ahora te puedes permitir no hacer lo demás tan corriendo. Vaya no, que hay que entrar al Carrefour a hacer compra.

09:20: Deja la compra en el coche y arranca otra vez para ir al trabajo.

09:27: ¡Me cago en…! Otra vez me la han jugado en la rotonda.

09:40: Paseo desde el coche al trabajo, lo de aparcar a la puerta (o cerca) es un sueño.

10:00: Empieza 7 horas de trabajo con el mejor ánimo posible. Espera espera, ¡es viernes! son sólo 6 horas y 8 minutos. ¡Qué pasa, tengo un turno raro por la reducción!

16:08: Sal corriendo, que hoy hay que llegar a casa rápido para salir corriendo otra vez. Hay fiesta de disfraces en el cole.

16:20: Llega a casa y comprueba que mamá es una campeona y tiene a Julia ya preparada para ir a la fiesta. ¡Va de Minnie!

17:00: Sal corriendo a la fiesta de disfraces del cole.

17:15: Busca sitio para aparcar lo menos lejos posible del cole. ¡Vaya día de aparcamiento que llevamos!

18:50: Después de merendar chocolate con churros y de montar en los hinchables, hace demasiado frío para seguir. Peléate con Julia para volver a casa porque se lo está pasando muy bien. Peléate con Julia para que se ponga el gorro. Peléate con Julia para que vaya andando hasta el coche.

 

 

19:05: Sube a casa y rellena el tiempo hasta la hora de cenar con Julia en la alfombra. Disfrazada de Minnie, haciendo puzles de Minnie. ¿Alguien da más?

20:45: Hora de cenar lo que nos a preparado mamá, ¡Pescadito! Consigue que Julia se lo coma todo ella sola, aunque con su parsimonia habitual, prisa no tiene no.

21:40: Mete a Julia en la cama, cantamos, rezamos, bebe agua, haz caricias y da la mano (el ritual completo). A dormir, ¡Por fin!

22:15: Eres libre, ve al sofá a descansar el único rato que tienes en todo el día con mamá. Siente moverse a los mellizos en la barriga, ¡No paran!

23:30: Te has quedado dormido. Tienes 88 wasaps de tus compañeros de trabajo y mucho sueño. Mañana será otro día.

Cosas de papás

Los papás ponemos todo nuestro empeño en hacer las cosas lo mejor posible con nuestros hijos pero, muchas veces, hay que decirlo, la cagamos.

 

En el post «Inculcando conocimientos» ya hablábamos de ciertas cosas que una hija solamente aprendería con su padre.

 

Pero hoy hablamos de cosas que pasan, de pequeños sucedidos que nos ocurren a los papás, y solo a los papás.

 

El pasado mes de septiembre, en las Ferias y Fiestas de Salamanca, fui con Julia a ver los fuegos artificiales. Ella tenía muchas ganas, porque la vez anterior le gustaron mucho. Y yo me dije: «mi niña se merece lo mejor», y lo mejor era verlos en primera fila, por supuesto. Allí estábamos, apenas a 100 metros de donde los lanzaban, sin nadie delante, y mirando hacia arriba para verlos muy bien. Primer cohete de aviso de que empiezan, un ruido enorme y Julia pone cara rara. Segundo cohete de aviso de que empiezan y Julia, con la cara rara,  se tapa los oídos. Tercer cohete de aviso de que empiezan y Julia, con la cara rara y los oídos tapados, lloriquea diciendo: «me quiero iiiiiiiiiiir». Y la cosa no cambió en los siguientes minutos. Bueno sí, fue a peor. Lloraba y no quería ni mirarlos. No me lo podía creer. Tuvimos que darnos media vuelta y volvernos a casa. Fue todo el camino de regreso, unos quince minutos, con las manos en los oídos y sin decir nada. Vamos, que tuve una gran idea. Ahora me hace gracia, pero no fue nada divertido.

 

 

También hay pequeñas cosas en el día a día. Puede pasar que salgas de casa lloviendo para llevar a la niña al cole y se te olvide el paraguas, varios días seguidos. Puede pasar que no le ajustes bien los pantalones a la cintura (sí, con estos botones tan raros), y que al ir corriendo para no llegar tarde se le bajen. Puede pasar que se le caigan los mocos y no hayas cogido un triste pañuelo, toallita o similar. Puede pasar que tu criterio para combinar los colores en la ropa no sea el mejor (aunque esto es muy subjetivo, claro). Puede pasar que te olvides de llevar un gorro aunque haga mucho mucho frío. Puede pasar que olvides ponerle una pinza del pelo y que no vea nada con los pelos en la cara, y que el día que te acuerdas, le pongas una pinza azul, con un vestido verde.

 

Una madre es una madre, y, por mucho que queramos, y, aunque para nuestros hijos seamos los mejores papás del mundo, los genes son los genes. Hay cosas que a las mamás les salen solas y que a nosotros ni estudiando. Les queremos mucho e intentamos hacer siempre lo mejor para ellos pero… No siempre lo conseguimos.

 

¿Algún ejemplo similar para que nos riamos todos?

Cómo te entretenemos

Cuando nuestros hijos empiezan a ser capaces de estar entretenidos sin nosotros, sentimos que volvemos a tener una pequeña parcela de libertad que perdimos bastantes meses atrás. En sus primeras semanas de vida pasan mucho tiempo dormidos, pero cuando eso se acaba, el tiempo que nos absorben nos parece demasiado, y puede llegar a ser estresante. Esto tiene un peligro, y es saber compaginar el hecho de seguir «haciéndoles caso», con su autonomía, con dejarles entretenerse ellos solitos.

 

 

Rellenar el tiempo libre de una niña de tres años y medio en casa, puede ser complicado en las tardes de invierno. Se echa de menos poder salir un rato con ella y que corra por un parque, monte en los columpios, se tire por el tobogán, etc. La tentación, grande, de la televisión está ahí. Es muy fácil dejarla «aparcada» viendo La Patrulla Canina, seguida de nuestra querida amiga Peppa Pig, para finalizar con Ben y Holly (estos a mi me encantan). La segunda tentación es la posibilidad de que haga todos los días una jornada de colegio más larga que la que hacen sus padres en el trabajo, con las actividades extraescolares. Y la tercera tentación es que pase las tardes con sus yayos, les hace tan felices… Cualquiera de estas tres opciones te permite tener tiempo para otras cosas, hasta para descansar. Pero en nuestro caso preferimos complicarnos, al menos un poco, la vida, y que no vea la tele más de una hora y poco si acaso, tenga extraescolares solamente un par de tardes, y los yayos sean apoyos puntuales.

 

 

Entonces es cuando piensas, ¿qué hago con ella? Pues luego resulta que no es tan difícil. Por lo menos Julia, la mayoría de las veces, se entretiene con poquita cosa. Por ejemplo, le encantan los puzles, tanto que acaba haciéndolos por el lado que no hay dibujo… con un poquito de ayuda de papá o mama es suficiente; también pasamos bastantes ratos viendo libros, o nos pide que le contemos cuentos; otra opción son las manualidades, pintar con pinceles o con la mano o los dedos; cada vez le gusta más ver lo que hacemos cuando cocinamos y quiere ayudarnos; y si no, siempre queda la opción de tirarme en la alfombra del salón y que se me tire encima, se me suba por las piernas, o cogerla yo y hacerle cosquillas… Por supuesto que cualquiera de estas cosas es más cansada y complicada que las anteriores, pero la cara de felicidad de Julia no tiene precio. Y si la casa se queda sin recoger pues que se quede…

 

¿Cómo os apañáis en las tardes de invierno?

Si antes podían…

La yaya Rosario siempre nos había dicho que tendríamos mellizos, porque tanto en su familia como en la del abuelo Lisardo había varias parejas, y así ha sido… En el embarazo de Julia, nos dijo varias veces que les dijéramos a los médicos que miraran bien, no sea que no estuviera ella sola, y casi hasta que no la tuvimos no se convenció.

Un embarazo de mellizos hoy en día puede parecer complicado, pero es como todo. Según con qué lo compares.

Corrían los primeros años de los años cuarenta cuando en Oviedo, Rosario traía al mundo a sus 2 primeros hijos Lisardo y José Manuel, mellizos. Cuando llegara a paritorios y, después de salir uno, le dijeran que faltaba otro, se le caerían los palos del sombrajo, aunque, con lo echá palante que es seguro que le duraría poco tiempo el susto.

Y allí que se irían Lisardo padre y Rosario con sus guajes a su pueblín, Turón, y mientras Lisardo picaba en la mina, Rosario bregaría con ellos e iría tirando como buenamente pudiera.

Turón

Nos contaba ella como un vecino carpintero les hizo un carrito de madera para que pudiera llevar a los 2, y como iba a Mieres con ellos para que le dieran leche para sus niños.

No podemos llegar a imaginarnos cómo tenían que sentirse esas mujeres, cuando recién acabada la guerra, tenían que vivir un embarazo con muchas necesidades, haciendo todo lo posible para, además, sacar su casa adelante y sin tener un control de si todo estaba yendo bien.

Niños posguerra

Muchas veces nosotros nos conformamos pensando que si ellos fueron capaces de sacarles adelante, incluso con la llegada posterior de la nena Rosi, ¡nosotros también lo seremos!

Actualmente tenemos tantos adelantos, y tantas herramientas para facilitarnos la vida, que a veces nos vendría bien echar la vista atrás e interesarnos por conocer cómo eran las cosas hace no tanto tiempo. Como decíamos al principio, un embarazo de mellizos puede parecer un poco complicado, e imaginarse la vida posterior con ellos en casa, más todavía. Pero, si se quiere, si se pone el empeño suficiente, se puede con las circunstancias.