Paternidad responsable

Un día quedas con unos amigos para ir a la piscina. Varios papás, varias mamás, y, por supuesto, varios niños y niñas que acompañan y de los que hay que estar pendientes. Llegado un momento, alguien propone echar un partidito de tenis y te animas. No eres Nadal precisamente, pero bueno, hacer un poco de deporte de año en año es bueno, o eso dicen. Un ratito de peloteo y al tema. Unas dobles faltas y unos cuantos reveses después, algo te empieza a intranquilizar. No sabes exactamente qué es, pero ya no estás a gusto. ¿Será que estás jugando tan bien que crees que has echado tu vida a perder por no haberte dedicado al tenis? ¿Se ha perdido el mundo del tenis un Manuel Orantes o un Andrés Gimeno de sólido servicio? ¿Habrías dejado la elegancia de Federer a la altura del betún?

 

Como sabes que no es nada de esto, sigues pensando en lo que te intranquiliza hasta que lo descubres. No estás a gusto porque estás preocupado. Mamá está sola con los mellizos. Bueno, no está sola, está con las otras mamás, pero sientes que deberías estar con ella, y con ellos. Que un tiempo de deporte, de hacer algo distinto, está muy bien, es genial, pero que tu sitio ha dejado de ser ese desde hace unos minutos, y deseas estar con mamá y con tus hijos. Ayudándola Compartiendo con ella carreras si no paran, o jugando con ellos, lo que sea que toca en ese momento. Porque está bien ser tenista por unos minutos, pero, ante todo, eres padre.

 

Al día siguiente, mientras piensas en escribir una entrada del blog sobre ello, te das cuenta de que ese sentimiento, lo podemos llamar de responsabilidad, te acompaña más veces de las que crees. Lo mejor de todo es que la mayoría de las veces no te das cuenta de que te hace actuar de forma responsable con tu familia. Sí, esto es lo mejor, no darse cuenta. Porque esto quiere decir que ese comportamiento lo tienes como un hábito, no tienes que esforzarte para conseguirlo. En muchas ocasiones no hace falta que te propongas estar pendiente de que mamá y los niños estén bien, o al menos hacer todo lo que esté en tu mano porque lo estén, te sale solo.

 

Hace años, cuando ni siquiera teníamos hijos, alguien muy querido para nosotros nos habló de la paternidad responsable. Aunque no se refería a esto, es una buena forma de llamarlo. Creo que, a toda madre y padre le llega un momento, antes o después, en el que pasa a ejercerla. ¿A ti ya te ha llegado?

 

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¿Qué pasa si…?

 

 

A veces los hijos de ponen un poco cabezones. Si se empeñan en algo, puede ser realmente complicado hacer que cambien de opinión. Si quieren, y, sobre todo si no quieren, hacer algo, a ver cómo los convencemos de lo contrario.

 

Y en estas andaba un día cuando se me ocurrió abandonar la táctica del «lo haces porque hay que hacer caso a papá» (a veces nos ponemos un poco dictadores, sí). Y probé algo nuevo.

 
– Papá, me hago pis
– Pues vete al baño y lo haces
– Pero es que no quiero ir sola
– Pero si vas sola muchas veces
…Aquí podría seguir un diálogo de forma indefinida pero no aportaría avances. Hasta que se me ocurrió la preguntita..
– Y ¿qué pasa si vas tú sola?
– Pues que me da miedo

 
El caso es que, al final, no me pude librar de tener que levantarme del sofá y dejar de no hacer nada, pero, por lo menos, sabía por qué no quiere ir al baño sola algunas veces. Y la información siempre es valiosa. Así que siempre intento recordar hacer una pegunta similar en estas situaciones. Como mínimo, me ayuda a entender el porqué de las cosas, y eso nunca es malo.

 

Pero desde hace unos días, le he pegado una vuelta. ¿Por qué le tengo que preguntar a ella? A lo mejor me lo tengo que preguntar a mí mismo, por lo menos de vez en cuando. Quizá me ayude a darme cuenta de que a veces me pongo un poco cabezón, intransigente e impaciente con ciertas cosas. Últimamente me han recordado (gracias mamá) que pierdo la paciencia con ella más rápido que con nadie, y esto me esta ayudando a controlarlo.

 

¿Qué pasa si me levanto del sofá, dejo de no hacer nada y la acompaño a hacer pis? Nada, cabezón, no va a necesitar que la acompañes hasta los 30 años. ¿Qué pasa si hoy vamos al parque en lugar de a la plaza aunque se pueda llenar de arena? Nada, cazurro, si hace falta se ducha y ya está. ¿Qué pasa si al parar el coche le dejo que se desabroche el cinturón cuando me pegunta? Nada, melón, si ya estamos parados. ¿Qué pasa si en el autobús le dejo que pique ella con la tarjeta? Nada, zoquete, si llega perfectamente y a los conductores les hace gracia. ¿Qué pasa si le dejo meter a ella las llaves en la cerradura cuando lo pide? Nada, membrillo, si lo sabe hacer perfectamente y así se siente útil.

 

O sea que estoy en fase de cambio. Ahora me pregunto las cosas a mí mismo. Y casi siempre descubro que son cosas que a ella la hacen feliz y a mí, cabezón, cazurro, melón, zoquete, membrillo… resulta que me hacen feliz también.

6 cosas que han cambiado

Hay cosas que cambian cuando tienes la suerte de ser padre. Cosas que, durante mucho tiempo, o quién sabe si ya para siempre, no volverán a ser igual. Y no me refiero a que los niños te llamen «señor», eso ya hace mucho tiempo que empezó a pasar. Os cuento cinco que a mí me «duelen»un poquito.

 

Ver fútbol, deportes, series
Yo no era un apasionado de la televisión, pero sí que me gustaba ver algunas cosas. Series, películas y deportes (fútbol u otros), es lo que solía ver. Si podía ver un partido de fútbol, pues mejor. Pero si jugaba ESPAÑA, el mundo se paraba. Se hacía lo que fuera por estar viendo el partido a su hora, incluso un ratito antes para concentrarse.
En unos días empieza la Eurocopa, y me temo que no va a ser tan fácil… Momentos como este va a ser muy difícil que los pueda ver en directo, y gritar como grité más todavía.

 

 
Las series han sido desechadas, imposible seguir algo durante semanas y semanas, aunque lo puedas descargar. Con las películas pasa algo parecido. Dos horas seguidas tranquilas imposible.
Aunque puedo decir que he visto algunos capítulos de Josefa la Cerda como una docena de veces.

 

Fútbol

 

 

Paseos de la mano

Antes de ser mamá y papá, mamá y papá podían salir de paseo solitos, ir de la mano, comerse un helado (de chocolate, por supuesto) tranquilamente en un banco, etc.

Ahora nuestras manos tienen ocupante, o un carrito que llevar. Y lo de estar solitos… Cuando lo conseguimos es a última hora de la noche, agotados por supuesto, y no todos los días.

 

Paseo

 

Dormir hasta las tantas
Ay que recuerdos… No poner el despertador los fines de semana y levantarte a las diez o las once. O incluso, esto sí que era gloria bendita, levantarte, desayunar, y volver a la cama otro rato.
Ahora, raro es el sábado o domingo que pasamos de las nueve. Imposible más tarde. Y da igual en sueño que tenga. Manda lo que manda.

 

Comer chocolate
Lo reconozco, soy adicto al chocolate. Y si es negro mejor. Antes lo podía comer cuando quisiera, como si era un helado en pleno mes de diciembre. Y merendar nocilla. Y una trufa a media mañana porque me daba la gana…
Ahora hay que tener cuidado. Los niños lo quieren probar todo. Y enseguida dicen que porqué tu sí puedes y ellos no. Probar, aunque solo fuera un cachito, de todo el chocolate que se comería su padre no puede ser bueno. Pero si tengo tabletas de chocolate en casa sin empezar… Impensable hace tiempo.

 

Chocolate

 

Escuchar música
Antes me pasaba ratos escuchando música, aunque fuera mientras hacía cosas de casa. O viendo vídeos en internet. Y sabía cuando sacaban disco nuevo mis grupos favoritos…
Ahora ni siquiera oigo la radio (viva Rock FM!!!) en el coche, escucho un disco que nos han dado en el cole con las canciones que escuchan para aprender inglés. Y me se las canciones de Pica Pica, y lo que es peor (y siempre juré y perjuré que no haría), las de los Cantajuegos (ya está, ya lo he dicho).

 

Música

 

Salir de viaje
Sin niños se necesita poco para poder irse, aunque sea un fin de semana, fuera. Con niños se necesita mucho para poder irse, aunque sea un fin de semana, fuera.
Tienes que medir escrupulosamente tiempo de viaje, dónde y cuándo parar, hora de salida y de llegada, buscar hotel con algo de animación infantil, que no este demasiado lejos de todo, etc. Cosas que en otra época, seguramente dan igual.

 

Cuando eres padre, cambian tus hábitos de vida. Hay cosas que echas de menos. Pero aún así, ¿quién no las cambiaría por las sonrisas de esos pequeños granujas?

 

¿Qué cosas cambiaron en vuestra vida al ser padres? ¿Cómo habéis llevado esos cambios?

 

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