No me toquéis los botones…

Niños, no me toquéis los botones. Tanto botoncito tanto botoncito… No se porqué os gusta tanto tocar todos los botones que hay en la casa, ya está bien. Los botones no se tocan.

Dejad la luz de la habitación de papá y mamá. Cada vez que la encendéis son siete bombillas y eso cuesta un dinero, ¿sabéis? No tenemos acciones en Iberdrola. No podemos estar toda la tarde apagando la luz cada vez que la encendéis. Y otra cosa. Que no se os vuelva a ocurrir encender la luz de la cama a las tres de la mañana. Si os despertáis, os volvéis a dormir, pero no me toquéis la luz. Y tampoco cuando estamos echándonos la siesta y uno se ha quedado dormido ya, algún día os vais a despertar. Que me estáis tocando ya los botones…

¿Qué os pasa con la lavadora? Ah, claro, que los botoncitos os llaman. Veis un botón y os volvéis loquitos. Pero es que si me tocáis los botones de la lavadora, la podéis parar, y si no nos damos cuenta, se queda la ropa ahí, a la mitad. O peor, podéis ponerla a más revoluciones o cambiar la temperatura y la liamos. Con la lavadora lo menos malo que podéis hacer es abrirla y meteros dentro, que también se os da bien. Los botones mejor no me los toquéis.

¿Sabéis qué botón sí me podéis tocar? El de la tele. Por lo que veo, os encanta encenderla y apagarla. Una y otra vez, una y otra vez… Ese botón sí que podéis. Lo peor que va a pasar es que se estropee y haya que comprar otra. Lamentaría profundamente tener que cambiar la vieja tele de tubo por una nueva smart TV de 42 pulgadas y 4K. Sería una pena, con el cariño que le tengo a ésta, pero lo podría superar. Así que niños, tocadme ese botón. Ese tocádmelo mucho. Y vaya las que nos líais con el mando a distancia, que hacéis que salgan en la pantalla menús que nunca habíamos visto y que no sabemos para qué son. Pero insisto, esos botones sí que los podéis tocar.

Con esa afición que tenéis, cuando crezcáis vamos a tener un problema, porque vuestra hermana no permite que nadie toque los botones de los ascensores, a ver qué hacemos. Ya os estoy viendo a tortas debatiendo amablemente sobre a quién le toca tocar. La que nos espera…

En fin. Que ya se que es muy divertido y que no lo podéis resistir, pero niños, por favor, no me toquéis los botones.

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