Veo veo…

 

Hace frío. Algunos días hasta llueve. Y suele ser de noche. Es lo que tiene el otoño. Cualquiera me diría que mejor se está en casa calentito. Qué como se me ocurre salir de paseo con la tarde que está. Hasta mamá rechaza siempre el ofrecimiento que le hago algunas veces por si quiere salir ella. No pasa nada. El paseo para mí. «Es que si no, no se duermen», pongo de excusa. Y allá voy.
Salgo de casa y veo gente que corre. Anda que no he pensado yo veces que me encantaría salir a correr. Pero nunca encuentro el momento, ni hago por encontrarlo, la verdad. Me conformo con salir de paseo. Con una horita diaria andando me puedo considerar físicamente activo, creo. Llevar un carro con dos mellizos de  unos once kilos cada uno tiene su mérito.
Veo abuelos que van de paseo con sus nietos porque en este país sigue habiendo muchísima gente sin poder encontrar su hueco para poder conciliar. Menos mal que, al menos, pueden tirar de ellos. Ahora, por fin, se va a ampliar el permiso de paternidad. Es un comienzo. Para mi ya es un poco tarde. Desde 2007 que llevaban con esto ya está bien, ¿no?
Veo niños entrenando al fútbol, soñando con ser los nuevos Messi o Ronaldo. Dichoso fútbol. Los entrenadores gritan, los niños gritan, dicen «joder», «hostias» y otras lindezas. Los domingos, si hay partido, hasta los padres y las madres dicen de todo. ¿De verdad esto es deporte? ¿En serio? Si es así prefiero que mis hijos no lo hagan. No al menos de esta forma. Antes encuentro el hueco y salgo a correr con ellos.
Veo, a veces, cosas bonitas y hago fotos. Se que no son nada del otro mundo pero a mí me gustan. Algunas son repetidas. O no. No es lo mismo con sol que lloviendo. En ocasiones las aprovecho para el blog, como esta.

 

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Veo niños con sus móviles. Sentados en un banco viendo vídeos, o cazando pokemon. Algunas veces hasta hablando por teléfono. Igual es que no es necesario tener un teléfono hasta cierta edad. O igual sí. Cada uno sabrá lo que tiene que hacer. Pero, por favor, que les enseñen que hay vida musical más allá del reggaetón y que hay auriculares.
Y después de tanto ver y oír, vuelvo a casa. Con los ojos y los oídos llenos de cosas. Unas buenas y otras malas. Lo que tengo claro es que mañana volveré. Aunque haga frío o llueva.

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