Antes ya era padre. Pero ahora lo soy más. Y no porque tenga tres hijos en lugar de uno. No soy el triple de padre. Simplemente soy más padre. Y como buen padre, hago muchas cosas de padre. Cosas que antes no hacía. Cosas que antes ni se me pasaban por la cabeza.
Ya ni siquiera pienso en tener el pelo largo, un sueño de juventud, prefiero tenerlo corto, aunque se me vea un poco la coronilla. De las canas ni hablamos. También ha dejado de importarme que me llamen señor. Antes me sentaba realmente mal. Ahora no. Porque soy un señor padre. De hecho, ahora hay veces que me visto como un señor. Y no me estoy refiriendo a ponerme un traje. Eso sigue igual que antes, en bodas, bautizos y comuniones. Me visto como un señor algunas veces para ir a trabajar. Y algunas veces para salir de paseo. He cambiado algunas zapatillas por zapatos, y algunas camisetas por camisas y polos. Aunque hay veces que me resisto al cambio. Y en lo que más noto que soy un señor padre, es en que cuando me visto como tal, algunas veces hasta me gusta.
Me estoy haciendo mayor. Mentalmente también. Y no me da pena. Hace mucho tiempo que no voy al cine, sin niños, claro. He olvidado la sensación que se tiene al no tener nada que hacer, siempre hay algo pendiente. Tampoco recuerdo cómo era eso de seguir ahorrando para cuando haga falta, ahora es cuando hace falta. Y echo algunas cosas de menos. Otras no. Echo de menos poder dormir más, ahora no me dejan. Echo de menos poder ver en la tele lo que me apetezca, ahora no me dejan. Echo de menos poder escuchar Rock FM en el coche, ahora casi nunca me dejan. Y, sobre todo, echo de menos ir de paseo de la mano con mamá, ahora no nos dejan, no hay suficientes manos. A cambio, he dejado de echar de menos las ganas de ser padre. Y ya no echo de menos tampoco pensar en cómo será mi propia familia. Y por supuesto no echo de menos, ni la echaré ya nunca, la envidia que me daba ver al resto de la gente con hijos.
Y aunque algunas veces, la mayoría, ser padre sea agotador, prefiero ser padre a no serlo. Aunque me llamen señor y tenga canas. No me importa. Mi parte joven ya empezó a rendirse hace un tiempo, aunque tenga todavía su sitio, y a darse cuenta de que las cosas que se echan de menos, se pueden sustituir por otras que, a la larga, traerán recuerdos inolvidables. En la vida hay tiempo para todo. Y yo estoy encantado con el que estoy viviendo ahora. Serán cosas de padres…
Qué estupendo relato, Raúl!!! No por ficción sino por la buena exposición del cambio por el que pasas…
La evolución sigue. BESO!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Nunca paramos de cambiar, eso es lo bueno
Me gustaMe gusta
Qbonitoooo!!! Me encanta!!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias!!!
Me gustaMe gusta
Qué post más bonito ❤
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Que bonito! Un post simplemente genial! Un fuerte abrazo 😘
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Un post genial!!! A mi que me llame un nen@ Señor no me sienta mal pero… Que lo diga la abuela si me mosquea un poquito 😛
Me gustaLe gusta a 1 persona
De canoso a canoso… Me ha encantado tu post 😉
Me gustaLe gusta a 1 persona